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208 JOSÉ ENRIQUE AYARRA JARNE El primer testimonio pertenece al año 1615, y está incluido en el ex– pediente de un pleito que Lope de Varahona, sacristán mayor de la Iglesia del Salvador de Sevilla (donde Francisco Correa de A<.;evedo ejerce como organista titular desde 1599), sostiene con el Cabildo Cole– gial de dicho Templo, sobre supuestas faltas de aquél por las que dicho Cabildo decide su despido. Francisco Correa declara por dos veces -el 23 de abril y el 2 de mayo - que tiene «más de treynta años» («Libro de pleitos», FOX 1385, Z3, n. 0 719, fol. 112 y 142v). El segundo lleva fecha del 24 de marzo de 1627. Hay diferencias entre el Cabildo Colegial del Salvador y los sacerdotes responsables de sus tareas propiamente parroquiales sobre quién ha de nombrar a los curas administradores de sacramentos durante la noche y, establecido el pleito correspondiente, el Maestro Correa de Arauxo, uno de los tes– tigos invocados para declarar, afirma tener exactamente «quarenta y tres años» de edad. (Libro de capas negras, curas y otras, FOX 1420, Legajo 734, fol. 901v). El tercer testimonio, que pertenece también al propio Correa de Arauxo, se encuentra en la documentación que D. Juan Rosales, pre– tendiente a la coadjutoria de Agustín de Abrego, presentó en la Ca– tedral hispalense como prueba de su limpieza de sangre. La declara– ción del organista del Salvador, testigo n. 0 8, está fechada el 12 de sep– tiembre de 1631 y asegura tener «más de quarenta y siete años». («Pruebas de limpieza de sangre», letra J, n. 0 44, caja 29). B) Si bien, por la importancia de la obra de Francisco Correa de Arauxo en nuestra música organística, sería de desear que toda España se hiciera eco y tomara parte de alguna manera en la celebración de es– te su IV Centenario, es natural que sea Andalucía sobre todo -y ese es nuestro propósito- la región española que más se esfuerce por home– najear a su más grande organista, puesto que es aquí (concretamente en Sevilla) donde el Maestro Correa despierta al arte y se forma musi– calmente, según él mismo confiesa en su «Facultad Orgánica»; es aquí donde desarrolla fundamentalmente su amplia actividad musical, des– de septiembre de 1599, año en que es nombrado organista del Salvador de Sevilla hasta mayo de 1640, en que abandona Jaén para posesionarse de la organistía de la Catedral de Segovia; es en Sevilla donde escribe su inmortal «Facultad Orgánica» que publicará en 1626; y es finalmen– te en la Capital del Guadalquivir donde dejará los más eximios frutos de su labor docente, como él mismo manifiesta, a manera de autode– fensa, en uno de sus múltiples pleitos con el Cabildo Colegial: «He hecho el fruto en mi oficio de que darán testimonio las Iglesias y Con– ventos de Sevilla» ( «Libro de Pleitos», n. 0 718, fol. 896v). [2]
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