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URBÁN DE BARGAS .. 223 de dos canónigos, salieron a lomo de mula; se detuvieron a pocos kms. de Pamplona a pernoctar y allí se presentó furibundo Urbán de Bar– gas, obligándoles a volver. De regreso los amenazó, según la acusación, y los azotó y los amedrentó, sobre todo a Jordán, diciéndole que «... no había de hacer otra cosa que cantar a putas y que lo caparían y en mudando la boz no harian caso del, y andaría per– dido y le comerían los pioxos, y al cabo sería comediante». Combinando hábilmente halagos y amenazas le añadió: «si el cabildo lo despedía, lo enbiaría a Burgos donde tendría me– xor comodidad» 10 • Nuevamente se tentó la expedición, y salió tras ellos; no logró al– canzarlos; el muchacho, atemorizado, se escapó desde Sos y se presentó en Pamplona. Urbán, que se mostraba largo en amenazas y áspero en su lenguaje, logró despachos de captura contra Sancho de Monreal, Jordán tío y los alguaciles que acompañaron al niño. Pasaron dos meses de cárcel, hasta que todo se aclaró, siendo Urbán el que ingresó des– pués. En enero de 1636, se presentan cuatro capellanes del cabildo abogando por su libertad. Bajo fianza, el Vicario General, lo libera pa– ra que «no falte al servicio del culto divino y a la fiesta de las quarenta horas». Poco después los mismos fiadores, recelando de Urbán, recla– man que se le exijan las costas porque se han enterado que prepara su marcha de la diócesis. En 1637 se le encuentra en Daroca, proveniente de Calatayud. En 1630 todavía permanecía soltero, puesto que en el pleito con Ja– lón, se le señala una cuota de manutención para una persona. Si en Daroca estaba ya casado, probablemente lo hizo después de salir de Pamplona. En los diversos libros de su villa natal, no se encuentra nin– guna huella de su vida o sus actividades, ni como padrino de sus sobri– nos ni testigo de los matrimonios de sus hermanos. 1 º ADP, C 373, n. º 5, fol. 23. [5]

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