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EL ÚLTIMO ÓRGANO DE FÉLIX DE YOLDI 353 cobró «nuebe doblones por otros tantos días que se ha ocupado en ida, estada y vuelta, con moio y dos cabalgaduras, a comprobar el organo fabricado por Joseph de Echeverría, maestro del mismo arte, vezino de Oñate», según rezan las Actas del Ayuntamiento. El litigio por el órgano de Cárcar (Navarra) Tedioso y un tanto irregular fue el asunto del aderezo del órgano de Cárcar (Navarra), por el que contendieron Joseph de Mañeru y Ximé– nez y Félix de Yoldi 5 • Se tiene la impresión de que estaban en juego el honor y el puntillo de honra, mucho más que la utilidad económica. Del informe pre.sentado por el vicario y de las respectivas alega - dones se infiere que los hechos ocurrieron así. Entre los mandatos de visita se encuentra uno en que se ordena «que se aderece el órgano y se le eche un rexistro de ecos», trabajo de bastante consideración, dado el estado en que se hallaba el instrumento. Se citó a ambos organeros pa– ra que hicieran sus posturas «a remate dé candela» a lo que se negaron. Al hallarse Yoldi ausente (¿tal vez en Cuenca?), se pusieron en contacto con Mañeru que presentó un primer proyecto por un valor de 220 du– cados; la villa le exige que lo recorte hasta 200 ducados, y condiciona la firma del convenio a que no aparezca otra oferta mejor en el plazo de un mes, a lo que Mañeru consiente. Alguien escribió a Yoldi, que por aquellos días estaba en Pamplona, trabajando en el órgano de la Ca– tedral, comunicándole el asunto. Yoldi se interesó prometiendo pasar· por Cárcar para estudiar el órgano. El plazo del mes tocaba a su fin y Yoldi no había pisado el pueblo. Con evidente malicia, rogaron los en– cargados a Mañeru que autorizase una prórroga de 18 días más, y éste, ingenuamente, accedió. Yoldi continuaba sin aparecer, por lo que un vecino del pueblo, Joseph de Arbizu hizo nueva propuesta rebajando dos ducados. No siendo Arbizu organero, parece que esta propuesta era ilegal, pues en las Sinodales de la diócesis se prohibía taxativamente aceptar una obra para cedérsela a otro. Ilegal o no, con este truco los delegados de la villa quedaban, según su propia confesión, «con la puerta avierta» para seguir esperando a Yoldi, que, por fin, acudió ajustando la operación en 180 ducados. Mañeru, que no estaba dis– puesto a que le arrebatasen la obra, hizo un nuevo recorte de 4 duca– dos, antes de que hubieran firmado escritura alguna con su oponente. Enojado éste porque hubieran admitido la nueva postura, se calmó ante la promesa de que le adjudicaban irrevocablemente la obra si la 5 ADP, C 1343, n. 0 7. [3]

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