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352 CLAUDIO ZUDAIRE Probablemente esta contingencia le movió a arrendar los beneficios de la «abadía de la villa de Peralta que es perteneciente a la dignidad episcopal», para el ejercicio de 1692. Sus ocupaciones no le permitían atender personalmente a la -recogida de los frutos y a su colocación y venta, por lo que nombró para esta misión a Dn. Manuel Polo, benefi– ciado de la misma iglesia; en el balance final, se declaraba una suma de 3. 320 reales a favor de Yoldi, después de haber acudido a todas las obligaciones inherentes al arrendamiento y saldado diversas deudas del mismo organero, como puede leerse en las minuciosas cuentas que incluimos en el apéndice 2 • El fruto a percibir, de unos 300 ducados, era muy superior a todo el presupuesto del «aderezo» del órgano de Cárcar (Navarra). El beneficiado remoloneó a la hora de hacer efectiva la entrega de los 300 ducados, pero ante el recurso de Yoldi al tribunal diocesano, que dictó provisión contra Polo, reconoció su deuda, escudándose para su dilación, en la retención de una parte de su salario - 32 ducados– para redimir un censo. El juez no aceptó la excusa y en septiembre de 1694 confirmó la sentencia mandando al ejecutor que si fuera preciso, para abonar la cantidad total, hiciera «la benta y remate de los bienes por el dho executado consignados». Casi dos años habían transcurrido desde que hizo el arrendamiento de la primicia de Peralta; la suerte le había acompañado en esta operación y siguió a su lado en otras oportu– nidades. «Otro andariego -escribe L. Jambou 3 - parece ser Félix de Yoldi, que también trabaja como los dos anteriores en Tolosa, pero ya hacia 1675 está en Madrid y luego, en 1692, en Cuenca». No estuvo descami– nado Jambou al imaginar andariego a Yoldi, que recorrió, como hemos advertido, tantas diócesis. El P. Donostia habla de la revisión que hizo Félix de Yoldi en el órgano de Tolosa construido por J. Echeverría en 1693, y de los dos dictámenes que emitió, uno este año y otro al si– guiente; en el primero, con gran honestidad, señala muchos reparos y deficiencias, reconociendo en el segundo que han sido corregidos. Dos años más tarde J. de Echeverría tendría la honrosa encomienda de montar algunos órganos que Félix de Yoldi dejó acabados. El P. Do– nostia completa su información 4 citando a los organeros y organistas cuya presencia en Tolosa consta en las Actas del Ayuntamiento y no aparece Yoldi, salvo en las ocasiones referidas. El organero de Lerín 2 ADP (Archivo Diocesano Pamplona), C 980, n. 0 28, f. 6 ss. 3 L. JAMBOU: «El órgano de la Península Ibérica», en Revista de Musicología, II/1 (1979) 30. 4 P. DoNOSTIA: «El órgano de Tolosa», en Anuario Musical, X (1955) 121. [2]
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