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58 que los escolásticos llamaron << princ1p1a entis )), corno la ma– teria y la forma, o <( entia entis )), como los accidentes, y con ello la mutación intrínseca, las cualidades escolásticas y la vida vegetativa y sensitiva como grados incoativos de inmaterialidad. El P. Casimiro ha recorrido hasta el fin el camino abierto por el nominalismo y ha abocado en pleno mecanicismo. También se puede decir, a la inversa, que e] mecanicismo moderno, hasta sus orígenes, delata una clara ascendencia nominalista: el principio cartesiano (( arithmeticae certitudine non cedere )) es la versión más exacta del (< mos geometricus )) nominalista. El favor que debemos a los sistemas extremados es que nos enseñan a dónde conduce un camino. El P. Casimiro hemos visto que ha avanzado más, y más sistemáticamente, que otros atomistas, come Gassendi y Maignan. Sólo le ha faltado, para ser del todo consecuente, abrazar el cartesianismo. Se lo ve– daba su concepción, también nominalista -y, bajo cierto as– pecto, antagónica del « mos geornetricus ))- de lo singular con– creto y de las nociones universales, en particular las matemá– ticas, corno no valederas en el orden real. Y así, para el P. Ca– simiro, Descartes ha sido << incauto )), no inconsecuente pre– cisamente, como Gassendi y Maignan; y por eso él por (( pre– caución)), adoptará el mecanicismo en su forma menos pura, la atomística, aunque, como se ha dicho, extremando el rigor dentro de esta posición. Por todo ello, la física del P. Casimiro de Toulouse es un instrumento apto como pocos para estudiar al vivo las raíces escolásticas del moderno mecanicismo, y un hito para orientar– nos sobre ese período oscuro en que la filosofía moderna nace de la escolástica y la escolástica hace esfuerzos por reintegrar a su seno la nueva filosofía, ya en vías de plena independencia.
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