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42 forma se desvanece, intenta atacarnos con razones globales. Acumula fenómenos filosóficos y misterios teológicos, y preten– de que nuestra doctrina no los explica. Nos llama gente dada a la fantasía. Califica nuestra doctrina de .peligrosa, proscrita por la censura de todos los doctos no sólo como ruda e inepta, sino como irreligiosa; y nuestras teorías, de delirios y fábulas. Pero que lea a los autores que censura; que recorra mi Física y mi Metafísica, y verá que resolvemos todas las objeciones » 104 • Pero el problema del continuo está ante íodo en la antino– mia metafísica-matemáticas, y sobre esto hemos oído poco al autor. Avancemos s.u solución, que se puede reducir a. estos términos: la matemáticas consideran la cantidad en abstracto, y hacen sus hipótesis en el orden ideal para sacar después las conclusiones deductivamente. Considerada así la cantidad, no se puede negar que es divisible indefinidamente, puesto que la mente puede concebir siempre una ulterior división. Esto basta para salvar las matemáticas como ciencia. Pero las pro– piedades de la cantidad así considerada son muy distintas de la cantidad considerada físicamente, como existe en la rea– lidad. El continuo, en conclusión, es infinitamente divisible ma– temáticamente, pero no lo es físicamente. Así se soluciona la antinomia entre metafísica y matemáticas. El pretender aplicar en el campo físico las nociones mate– máticas ha sido para muchos el origen de sus errores, como hizo observar el P. Casimiro en la introducción de su obra. El caso más típico es el de Descartes. Podría razonarse, matemáticamente, así: Todo lo que es extenso es cuanto, y todo lo que es cuanto tiene partes, por la definición misma de cantidad: << id quo partes sunt extra par– tes». Luego es imposible el punto físico. Sin embargo, no es verdad que lo extenso sea necesariamente cuanto. Así, los án- 1 º 4 « Numquid oh tam parvi momenti ratiOIIles, tam belle triumphum agere auctor ille debernft? Postquam ratiunculam unam, quae ex sola nostrae de forma · sententiae propositione evanescit, e~posuit, rationibus conglobatis nos impetere conatur•.. Deinde phaen,omena phifosophiae et theologiae mysteria recenset, di– citque nos non posse horum reddere rationem; sed fari, nO!ll modo absurda, sed et delirio fabellisque simillima..• nos homines imaginationi deditos vocat; doctri– nam nostram periculosam, omnium sapientum censura proscriptam tanquam non modo rudem et ineptam, sed etiam de religionihus male meritam criminatur... Verum legat auctorum qui iam secundum eadem prilllcipia scripsere libros, de– prehendetque eos omnes obiectiones solvere. Decurrat mente quae iam in meta– physica tradidi et quae in physica trado, sit aequus rerum aestimator, iudicabitque me difficultatihus omnibus sufficienter satisfacere. Quoad convicia: hoc unum respondeo, haec parum omnino modestiae religiosae, imo et philosophicae con– gruere, unde dicta sunt lotricium caeterarumque muliercularum argumenta )) (lbid., p.54).
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