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31 gión en sombra. La ciencia, a pesar de notables avances, esta– ba naciendo. Descartes mismo va en muchas de sus explica– ciones «científicas)) uncido al yugo de la física antigua. ¿Qué. coherencia cabe en un sistema amasado de aristote– lismo, platonismo, nominalismo, atomismo y cartesianismo? La historia atestigua que las 'tentativas eclécticas han fraca– sado. En principio, el eclecticismo lleva entrañada la contra– dicción en la medida en que pretende conciliar sistemas opues– tos. Esta contradicción ~s fácil descubrirla en el P. Casimiro, como también en Du Hamel, Maignan y en cuantos se han lan– zado por esa vía. Sin embargo, para la recta valoración de esos intentos debe tenerse presente la interpretación que los autores han dado a los sistemas que p~etenden fundir. En este sentido cabe afir– mar que todo intento serio de conciliación ha logrado supe– rar la contradicción dentro del proprio sistema. Y esto debe– mos afirmarlo de la obra del P. Casimiro. No es procedente desdeñar su síntesis por el hecho de que en ella se evidencie mayor heterogeneidad de elementos que en otros autores ecléc– ticoS68. La agudeza crítica y el vigor dialéctico del P. Casimiro no le han permitido formar un cuerpo de doctrina incohe– rente o contradictorio. El rigor sistemático no sólo no desme– rece, sino que supera con frecuencia a lo que puede encon– trarse en un Gassendi, Maignan, Du Hamel o Digby6 9 • Esto 68 Estimamos equh¡ocado el juicio de J. Bohatec sobre el P. Casimiro: ((Seine 'Atornistik' ist nur ein buntes Conglornerat von allen moglichen atomis• tischen Theorien, die der Form nach den peripatetischen Anschauungen akkom• modiert werden, wobei begreiflicherweise der Inhalt hochst widerspruchsvoll bleib... J) (J. BoHATEC, Die cartesianische Scholastik in der Philosopie und refor– mierten Dogmatik des 17. ]ahrhunderts, I. Teil, Leipzig 1912, 130, n.l). 6 " El P. Casimiro elimina en absoluto las «simpatías¡¡ y ((antipatías)) en la explicación de ciertos 'fenómenos naturales (cf Phys., p.3, d.3, sect:2., q.1 : IV, 173,174); niega el conocimiento a los brutos; considera los fenómenos ve– getativos y ,sensitivos como meramente materiales; no admite ninguna muta– ción intrínseca ni siquiera en la figura. Todo ello es coherente con el mecani– cismo, propio del atomismo. Por el contrario, Gassendi explica la gravedad por por cierta «simpatía¡¡ (cf. GASSENDI, Syntagma, Phys., s.I, l,V, e.U : ed. cit. I, 348a), llega a atribuir a los seres inanimados cierto conocimiento oscuro e in– consciente (cf. ibid. sect.IH , mcmbr.I, LIII, e.V : II, 132). Maignan explica pür la <CsimpatÍm) los fenómenos magnéticos y eléctricos (cf. E. MA!GNAN, Cuirsus philo– sophicus. Philosophia naturae, e.XIV, prop.35; Lugduni 1673, 399-400) y el helio– tropismo de las plantas (ibid. prop.38, n ºl-5, 402); también habla de cierto « ru– dimentum sensationis » en el hierro respecto del imán y en ca,sos similares (ibid. e.XXIV, 52,8); admite la flexibilidad de los átomos, eI conocimiento ei;i los animales (ibid.). Du Hamel por una parte defiende tenazm{lnte el conocimienl. to en los animales (cf. J.B. Du HAM.EL, Pe corpore animato libri quatuor: sea promotac per experimenta Philosopliiae sp'ccimen altcrum, Párisiis 1673, 302-326) y por otra adopta una teoría del alma sensitiva completamente materialista: sería materia más sutil y refinada (ibid. 2-11). D.igby, mecanici,sta, intenta asimilar la concepción aristotélica del continuo, incompatible con d mecanicismo (cf.
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