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8 ESTunrns BÍBLicos.~T, de Orhiso, O. F. M. Ga¡p. Como ejemplo de los primeros baste citar las dos versiones recien– tísimas hechas del texto original al español (nos referimos a la del P; J. M. BovER Epístolas de S. Pablo, Barcelona, l.940, y a la que este :año 1944 acaba de publicarse en la «Biblioteca de. Autores Cristianos» {B. A. C.) por E. NAcAR y A. CoLUNGA) (16), que traducen así Hebr. •11, 1: «Ahora bien; es la fé la firme seguridad de lo que esperamos; la convicción de lo que no vemos». Entre los segundos citemos a J. MoFFAT (17), cuya competencia fi– fológica es de todos reconocida, y que habla así del texto en cuestión: ·«~7Cócnacrtc; se ha de entender de la seguridad cierta o confianza segura: es la actitud d~ ánimo contraria a la frrr.ocr-co"A.~. de que se habla al fin del cap. 10, 38 s.: «non sumus substractionis filii», oux. 1fop.EY ú1tocr-coA:i¡cr, no somos de los que cobardemente se ocultan, se retiran o sustraen, sino que tendemos a las cosas que esperamos con la seguridad firme (ú,cócr-cacrtc;) que es propia de la fe, y abrazamos la~ cosas q1J,e no vemos con la plena convicción (i"A.1on:oc;) que comunica la fe». Del mismo pare– cer es BULTMANN, que junto con RENGSTORF estudia el sustantivo eA.'lttc; y ,el verbo EA.7C(e;ro con sus derivados drr.EA.7Cle;ro y 1Cpo1oA1C[l:ro en el erudito Teologisches Worterbuch zum Neuen Testament, de R. KITTEL, todavía en curso de publicación. San Pablo nota en el objeto de la esperanza estas características: a) es invisible, «pues la esperanza que se ve, eA.1ttc; ~A1rnop.ÉY~, o cuyo objeto se posee, no es esperanza; pues ¿á qué esperar lo que ya se· posee?» (18): b) es futuro; el que espera tiene su ánimo tenso hacia el porvenir, como dice de sí San Pablo a los Filipenses: «Hermanos, yo no creo haber aún alcanzado (lo que espero); pero dando al olvido lo que ya queda atrás, me lanzo en persecución de lo que tengo delante, corro hacia la meta, hacia el galardón de la soberana vocación de Cristo Jesús» (19). El cristiano vive de esperanza: espera el retorno_ glorioso de Cristo,. porque en él ha de comenzar su propia glorificación: «exs– pectantes beatam spem (,~\/ p.a>mpiav ebt?la),. et adventum gloriae ma– gni Dei et Salvatoris nostri :lesu Christi» (20). La:s pro~esas de la vida futura dan a la esperanza cristiana una excelencia peculiar sobre la es– peranza judía: lo que el israelita esperaba (esperanzas mesiánicas), el cristiano ya lo posee; y el Mesías lo ha introducido a una «esperanza (16) La Sagrada Biblia, v1eirisióni d:iiriecta de '1os textos, origina.l<es. (La Editorial Católica. Ma:drid, 1944). · (17) The Epist. to. the Hebrews (Interniatioo:al OrititcaJI Comrnientary. Edin– bulrg, 1924). (18) Rom. 8, 24. (19) Phi!. 3, II-14 (NAc. CóLUNGA). · (20) Tít. 2, 13.

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