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36 ESTUDIOS BÍBLicos.--T. de Orbiso, O. F. M. Cap. Del primero de esos testigos, la creación material, dice así: « ... El »continuo anhelar de las criaturas (~ rhoxapacloxia -:y¡c; x1:fcr2mc;) ansía »la manifestación de los hijos de Dios. Pues las criaturas están sujetas »a la vanidad, no de grado, sino por razón_ de quien las sujeta, pero »con 1~ esperanza de que también ellas mismas serán libertadas· de la »servidumbre de la corrupción, para participar en la libertad de la glo– »ria de los hijos de Dios; pues sabemos que la creación entera hasta »ahora gime y siente dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros... gemimos ... ». San Pablo, con una alusión implícita a Gen. :l, 17 (maledicta terra in opere tuo = propter te1, concibe la crea– ción material como decaída por el pecado del hombre de su noble des– tino, y sometida a la vanidad y a la servidumbre de la corrupción: y usando de la hipotiposis o prosopopeya, atribuye a las criaturas expec– tación ansiosa, gemidos, y dolores de parto, con los que suspiran por su liberación, por volver a su estado primero, normal, en que servían al hombre inocente y amigo de Dios. Todas las naturalezas inferiores al hombre, al salir de las manos del Creador, eran bueil!ls y aún muy buenas ( I 28), es decir, muy aptas para el fin próximo a que se destina– ban, el servicio del hombre, y éran felices cumpliéndolo muy de grado. Mas con el pecado del hombre entró el desorden en el mundo y las anomalías hasta en las criaturas irracionales, sobre todo en sus relacio– nes con el hombre. Esa condición es para las criaturas violenta, mas la aceptan por Aquel que las sometió a ella, con la esperanza de que serían un día libradas de esa condición de inferioridad. Esa liberación se rea– lizará cuando se manifieste la gloria de los hijos de Dios, es decir, cuan– do los fieles que han recibido las primicias del Espíritu con la adopción de hijos, reciban la herencia que cc;imo a hijos les corresponde en la resurrección gloriosa ( I 29): esa glorificación de los hijos de Dios mar– cará para las criaturas el fin de' su servidumbre, pasando de ella a la libertad de la gloria de los hijos de Dios ( ri11:6 i:r¡c; clouA.e:lac; i:r¡c; <pOopac; de; 1:Y¡\I EAEUOep[av i:r¡c; cJoEr¡c; 1:Ul\l ,ÉX\10)\1 1:0U Ornu). Al hablar así, dice Lagrange, n~ pretende San Pablo haéer una afir– mación de orden científico, como si las criaturas materiales hayan de conseguir alguna vez la incorruptibilidad, sino que quiere expresar sola– mente la asociación moral de la naturaleza a los destinos del hombre, la simpatía de todas las cosas con el hombre, para cuyo servicio han sido destinadas, y su unión a las dichas y es_peranzas del mismo. (128) Gen. 1, 4. 10. 18. 21. 25. JI. (129) Rom. 8, 15-18. 23.

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