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LOS MOTIVOS DE LA ESPERANZA CRISTIANA, SEGÚN S. PABLO 33 su «canto de cisne», próximo a derramarse en libación como precioso licor ofrecido a Dios en el altar del sacrificio, manifiesta su viva espe– ranza de recibir en breve la corona de justicia, del Juez justo, que da a cada uno según sus obi;-as. «En cuanto a mí, le dice, a punto estoy de derramarme en libación, siendo ya inminente el tiempo de mi partida. He combatido eI buen combate, he terminado mi carrera, he guardado la fe. Ya me está preparada la corona de la justicia (6 tr)i; ~ixatocrúvr¡i; a,Écpavo4), que me otorgará aquel día el Señor, eI justo Juez, y no sólo a mí, sino a todos Ios que aman su venida>> (r 19). Entre las obras buenas que prestan un fundamento sólido a la es– peranza, está la participación en los sufrimientos de Jesús. La auténtica esperanza cristiana es, como hemos dicho antes, la que se funda en Ia ecuación cru¡rncicrxm1 = auv~o~ao6r¡vat. Si Dios nos ha predestinado a ser conformes con su Hijo ( 1 20), esa conformidad debe pasar por la Pasión para llegar a la gloria (121). Por eso el cristiano se gloría hasta ení las tribulaciones, y hace de ellas un motivo de esperanza, porque ejercitándolo en la paciencia, lo hacen acepto a Dios, que ve en el fiel así probado la imagen de su Hijo. 2-.º Otro motivo de esperanza és el ejemplo de los que 'iZOS han pre– cedido, y que han recibido ya la recompensa, entrando en posesión de la herencia. Un testimonio explícito de esto lo tenemos en Hebr. 6, 12: después de las palabras ya citadas arriba, con que les exhorta a la per– severancia en obrar el bien, hasta el logro de la esperanza, les dice: «no os emperezeis, antes sed imitadores de aquellos que por la fe y la pa– ciencia han alcanzado la herencia de las promesas»: pensád que a igual conducta, corresponde igual premio. A este motivo del ejemplo de los ya premiados puede referirse· el texto de Rom. I 5, 4: «Quaecumque scripta. sunt, ad nostram doctrir1am scripta sunt; ut per patientiam et consolationem Scripturarum, spem habeamus». El fin de Dios en darnos las sagradas Escrituras (se refiere a las del Antiguo Testamento), es que sirvan para nuestra•instrucción, y en particular, para que por medio de la paciencia que nos enseñan, y del consuelo que nos inspiran, alimenten nuestra esperanza. La Es– critura produce estos efectos,. de la paciencia y consuelo, y por' ende de la esperanza, «mirabiliter et multipliciter, dice el Card. F. ToLEvo; nempe, et per exempla quae in ea continentur, et per exhortationes quas Grr9) 2 Tim. 4, 6-8. (120) Rom. 8, 29. (121) Ls. 24, 26.

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