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30 ESTUDIOS BÍBLicos.-T. de Orbiso, O. F. M. Cap. En la Epístola a los Hebreos (108) aparece la promesa de Dios como garantía de la esperanza: y Dios para que esa garantía sea más segura, y nuestra esperanza más firme, acomodándose a las costumbres huma– nas, confirma su promesa eón juramento; «pues entre los hombres el juramento pone fin a toda controversia, y les sirve de garantía. Por lo cual, queriendo Dios mostrar solemnemente a los herederos de las pro– mesas la inmutabilidad de su consejo, interpuso el juramento, a fin de que por dos cosas inmutables (promesa y juramento), en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos firme consuelo los que corremos hasta dar alcance a la propuesta esperanza. La cual tenemos como segura y firme áncora de nuestra alma, y que penetra hasta detrás del velo, a donde entró por nosotros como precursor Jesús, instituído Pon– tífice para siempre según el orden de Melquisedec». Es esta una des– cripción llena de dramatismo: el cristiano, solicitado por los bienes en– gañosos del mundo, y agitado por los torbellinos de la vida, corre a refugiarse o a asirse (xpcn:'r¡aw) a la esperanza propuesta, es decir, a los bienes que se le han prometido como premio a sus buenas obras, y que él firmemente espera. Y esa esperanza es para él como un áncora firme y segura, que si bien está en esta vida, penetra hasta el interior del velo, ·o sea, hasta el Santuario del cielo, donde penetró Jesu Cristo, nuestro Pontífice. Asidos a esa áncora se mantiene firme nuestra bar– quilla sin zozobrar en medio de las tempestades, y podrá arribar feliz– mente al puerto de salvación (ro9). «La esperanza, dice el P. F. RIBERA, es áncora segura (tutam = dcr<pctii.r¡) porque se apoya en las promesas de Dios; y es firme (firmam = ~E~a!av) porque es más fuerte que to– dos los oleajes que puedan embestirla ( r ro). Otro texto en que se hace mención expresa de la fidelidad de Dios, como fundament_o de nuestra esperanza, es el ya citado arriba de Hebr. ro, 23: «Mantengamos con constancia la confesión de nuestra esperanza, pues es fiel el que prometió» (TCtcrtoi; 1 dp ó E7m 11 Etii.áp.!voi;). Y San Pablo, prisionero en Cesarea, explicando ante el rey Agripa el motivo religioso de su prisión y juicio, dice que es «p01; la esperanza de la promesa hecha por Dios a nuestros padres» (1 r r): esa promesa es (ro8) Hebr. 6, 13-20. (109) Este •ers d t·exto qU!e ha dado a'l ,,nte cri,stimo el pintones,co ,em'bJe,ma de ,la esperanza, un á11Jcora de navío (cfr. "Di,ct. de Theoll. catho,I., V, 6r9,). (rro) F. RIBERA, S. J.; In Ep. ad Hebr. Comm., (Col. Agrippinae, 1594); a,d Hebr. 6, 18-20. (ru) Act. 26, 6 s.

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