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LOS MOTIVOS DE LA ESPERANZA CRISTIANA, SEGÚN S. PABLO 23 cerdocio aaronítico ha terminado; y siguiendo la Ley la misma suerte que el sacerdocio que es su custodio e intérprete, queda también repro– bado el precedente mandato o Ley antigua, e introducida la nueva Alianza (78). La Ley no llevó nada a la perfección, mas sirvió en los designios divinos para preparar e introducir una esperanza mejor, (e1eEtcro: 1 w 1~ xpún:ovoc; EA7Ct~oc;) por la cual nos acercamos confiadamente ·a Dios. Esa esperanza mejor es la nueva Alianza o la economía de la gracia, en la que por medio de Cristo nos acercamos a Dios (79). ¡Gran loa por cierto de la esperanza cristiana! Lo que en Hebr. 7, r9 se dice mefor esperanza, en el v. 22 se llama mejor Testamento, del que fué hecho fiador Jesús, que «es poderoso para salvar a los que por El se acercan a Dios» (v. 25). Como por la mejor esperanza nos acercamos a Dios, así por 7esús. Luego esa esperanza mejor es el mismo Jesús, y su Alianza sellada con su sangre. .. J. MoFFAT expone bien esa ecuac10n: esperanza mefor = nueva Alianza= J'esús. «La inutilidad de la. Ley, dice, estaba en que era in– capaz de dar la segura y plena remisión de los pecados, sin la cual no es posible acercarse a Dios (= z 11 U::;ctv i:qi Oeqi)... La ley no fué capaz de establecer la comunión entre los hombres y Dios. Por eso se introduce una esperanza mejor, es decir, más eticaz para realizar lo que la Ley y sus medios de santificación no pudieron realizar: el acercar y unir los hombres a Dios. Esto io hace, porque la esencia de esa esperanza me– jor está en el sacerdocio y sacrificio de Jesús, el Hijo que nos une a su Padre y nuestro» (80). Nuestro Sacerdote y Pontífice, pasando a través de un Tabernáculo mejor y más perfecto que el que atravesaba el Sumo Sacerdote una vez al año para llegar hasta el Sancta Sanctorum del Templo con la sangre de las víctimas, penetró con su propia sangre en el Santuario del cielo, después de haber realizado de una vez para siempre nuestra eterna redención; y así se ha constituído mediador del Nuevo Testa– mento, para que los que han sido llamados (o[ XEXAr¡p.Évot) reciban la promesa de la herencia eterna, es decir, lleguen a conseguir los bienes eternos que como rica herencia se les han prometido, y ellos esperan (81). Pues así como Jesús apareció una vez para expiar el pecado de (78) ·Hehr. 7, 12. 18.. (79) Hehr. 7, 19. (So) J. MoFFAT,The Epistle to the H ebrews (Edi1nhmgh 1924); ad Hehr. 7, 19. (Sr) H,;br. 9 1 n s.

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