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22 ESTUDIOS BÍBLicos.-T. de Orhiso, O. F. M. Cap. cede a los fieles, sino a condición de mantener firme la confianza (-á¡v 11:appr¡cr[av), y_ la gloria de la esperanza (i:ó xa6zr¡¡w i:r¡½ EA.11:t~o½), hasta el fin; es decir, con tal de no volver al culto de Moisés y de su Ley, sino de perseverar hasta el fin en la profesión cristiana que han abrazado (74). Esta profesión cristiana se resume y se llama «!a con– fianza y la gloria de la esperanza»; la esperanza de la que el cristiano se gloría, y que le hace gloriarse hasta en las tribulaciones. Lo mis_mo con otras palabras se dice un poco más adelante, si con los comentaristas modernos se da a [mócrtacrt½ (= substantia) el sentido de confianza o seguridad. «Nosotros, dice, hemos sido hechos partici- . pantes de Cristo (p.Éi:ozot i:ou zptcri:ou), y lo seguimos siendo ( 1qóvap.sv ), con tal de mantener firme hasta el fin initium substantiae (= -:Y¡v dpzi¡v i:r¡½ úrcocrtácrsw½) la segura confianza que se nos dió en un principio, cuando abrazamos la fe» (7 5). Es la idea que en Col. 1, 23 se expresa con grande vigor, diciendo a sus fieles: «Si bien Dios y Jesu Cristo han hecho por su parte todo lo que conduce a salvaros, vuestra redención y reconciliación con Dios por Jesu Cristo sólo surtirá sus efectos, si poneis por vuestra parte la perseverancia en la fe y en la esperanza del Evangelio, fJ.Y¡ p.si :axtvoúp.EYOl d-r:o 1:Y¡½ D .. rcrno½ ,ou 'EtJand,[olJ = inconmovi– bles en la roca de la esperanza que se os dió con el Evangelio». ¡Confianza pues en Jesu Cristo, nuestro Pontífice, que penetró en los cielos, donde tiene su trono de gracia! (76) Dos motivos de confian– za se apuntan en este pasaje: a) Jesu Cristo se ha hecho semejante en todo a nosotros, «tentatum per omnia pro similitudine» ...; b) ha sido constituído nuestro Pontífice y Mediador y dispensador de toda gracicl. El objeto de la confianza (1tappr¡cr[a) en este lugar es directamente la gracia, es decir, los auxilios necesarios para mantenernos fieles a El; pero remotamente, también la gloria de la vida eterna, que sigue a esa fidelidad: por eso se recuerda que nuestro gran Pontífice «penetravit coelos», entró El primero en el cielo para prepararnos el lugar (77). Y como el sacerdocio de Jesu Cristo no es según el orden. de Aarón, pues no era de la tribu de Leví, sino segun el orden de Melquisedec, el sa- (74) Hehr. 3, 6. (75) Hehr. 3, 14; así BovER, NACAR-COLUNGA, etc. Pero F. RIBERA, siguiendo a S. JUAN CRlSÓSTOMO (In Ep. ad Hebr. Commentarii, Colontae Agrbppinae ·1594), y G. EsTro, In om~ies B. Pau.li... Epístolas Comment. (Paris 1623), entiendlen e1! initium substantiae, die ku fe incoada. (76) Hebr. 4, 14-16. (77) Cfr. Joh. 14, 2 s.

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