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20 ESTUDIOS BÍBLicos.-T. de ÜTbiso, O. F; M. Cap. res, ¿qué no hará ahora, una vez que hemos sido justificados en la san– gre de Cristo? Ciertamente no ejercitará con nosotros su rigor en el día ,de fa. ira, antes nos salvará por el mismo Jesu Cristo (v. 9 s). Más dis– tancia hay del estado de pecador al de justificado, que del de justificado al de salvado: luego si ha hecho lo más, hará lo menos; si nos ha jus– tificado, nos salvará (~AGRANGE). Si nos dió tan grandes bienes cuando <éramos enemigos, ¿qué nos negará ahora que somos sus amigos e hijos? El reconciliarnos Dios consigo por la muerte de su Hijo fué obra <le pura misericordia; mas el salvarnos una vez reconciliados, es obra <le justicia, porque se debe a los méritos de Cristo. «ldcirco, dice el CARD. TOLEDO, argumentum efficax hoc est certitudinis et infallibilitatis spei nostrae» (Ad Rom. 5, 6-1 I ). Y CoRN. ALAPIDE, resumiendo las ideas de esa misma pericopa, dice: «Totus hic Apostoli discursus eo tendit, ut probet spem electorum et probatorum non confundere, hoc est, esse ceertissimam; ad hoc enim probandum inducit et exaggerat caritatem Dei erga nos». Jesu Cristo con su muerte obró nuestra reconciliación, y -0on su vida nuestra salvación. La muerte de Cristo, instrumento en sí -de debilidad,· pues «crucifzzus est ez infzºrmitate.,,, demostró su eficacia y fuerza cuando fué absorbida por la vida nueva en el triunfo de la Re– surrección, obr~ de la fuerza de Dios; «sed viv_it ex virtute Dei» (.66). La Resurrección de Cristo es el segundo estadio de la Redención ceompleta, tal como la describe San Pablo en Rom. 8, 34: x_ptato<; '1-qaQu<; ,ó <i1toOa11ów, p.aA.A.011 ele e 1eplfat,;. Y esa Resurrección es un rriotivo de _grande esperanza· para el cristiano, que después de haber recibido las primicias del Espíritu, es decir, la adopción incoada de hijos de Dios que se da en el bautismo en el mismo instante de la justificación, sus– pira por la perfecta o consumada, que tendrá lugar en la glorificación del cielo, y comprende la glorífi'cación de todo el hombre, en su alma y en su cuerpo, como lo explica el Apóstol en Rom. 8, 23: ~gemimus, adoptionem Jiliorum Dei e.xspectantes, redemptionem ¡;orporz"s nostri». Pues bien, la Resurrección de Cristo es prenda segura de nuestra resu– rrección gloriosa, como es fundamento de la fe y de la esperanza cris– tiana. Cristo vive glorioso, y nos glorificará en la otra vida, según lo esperamos en esta~ porque si nuestra relación con Cristo se redujese a esperar en El sólo en la vida presente, los cristianos seríamos los más -miserables de todos los hombres (67). En el cap. XV de la r.ª Epístola (66) 2 Cor. 13, 4. (67) 1 Cor. 15, 19.

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