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18 ESTUDIOS BÍBLicos.---T. de ÜThiso, O. F. M. Cap. Il.-La Redención de J'esu Cristo El segundo grande motivo de la esperanza cristiana es la Redención de Jesu Cristo. San Pablo, el escritor neotestamentario que más amplia y profundamente desarrolla la doctrina soteriológica, la pone muchas, veces en relación directa con la esperanza. Por no citar más que algu– nos textos entre los principales, nos fijaremos en los más explícitost teniendo en cuenta las distintas fases de la Redención, enumeradas por el Apóstol en Rom. 8, 34: «Christus J'esus a) qui mortuus cst, b) immo, qui et resurrexz't, c) qui est ad dexteram Dei, d) qui etzam interpellat pro nobis. De este texto dice el P. PRAT: «Voilá le triomphe de l'espérance..• Nous avons (ici) quatre insignes preuves de l'amour que Jésus Christ nous porte. II est mort pour nous justifier; il est ressuscité pour nous associer a sa gloire; il est assis a la droite du Pere pour nous faire rég– ner avec Lui; il continue a intercéder pour nous. Les deux prémiers gages subsistent dans leurs effets; les deux derniers nous garantissent l'éfficacité de cet amour. Nuestra seguridad no es una simple persua– sión; es una certeza de fe: nada puede separarnos de Cristo, sino nos– otros mismos, y en ese sentido, esa certeza es condicional; porque si es imposible dudar del amor de Cristo a nosotros, no podemos decir sin presunción que nuestro amor a Cristo no faltará jamás» (64). Y SANDAY– HEADLAM (op. cit.), después de traducir el v. 34, lo comentan así: «His love is our 'security: y este amor de Cristo es tan fuerte que nada en la tierra podrá ponerse entre nosotros y El. No es un Cristo muerto aque1 de quien nosotros dependemos, sino viviente: ni es sólo un Cristo vi– viente, sino entronizado, es el Cristo en su poder: ni es sólo un Cristo en su poder, sino un Cristo de simpatía siempre activa, constantemente a la diestra de su Padre, intercediendo por su pueblo que combate so– bre la tierra». Cristo, al igual que Dios su Padre, nos ha unido a Sí con lazos de caridad y amor tan fuertes, que nada ni nadie podrá arrebatarnos a ese amor. Este amor de Cristo es lo que da toda su firmeza a nuestra espe– ranza: en él descansa segura, inquebrantable. De modo que el cristiano, gue lla .puesta en prá,cti,ca de los medias, fa vocaición y la justificaición e:n ,el ti,empo, para terminar con [a g¡lorificacioo, que es 1 el 'término de '1a ptoodi:stin:a,ción. Dentro de ,esto ,mtran todos los accide¡ntes que pueden iafectar a fa v1da de cada hombrie, fos cual~s ,son dirigi,dos (I)Or Dio9 a la ej,ecuoión de 'Stls planes ins,pirndas por el amor". (64) F. PRAT, "La théollogile de St Pau:1" (neme eicl., Pa>riis, 1924), I, 2B4-299.

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