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16 ESTUDIOS BÍBLICOs.-T. ,de Onbiso, O. F. M. Cap.. porque Dios quiere que nuestra esperanza esté mezclada de temor, para excitarnos a trabajar de continuo con temor y temblor en la obra d~ nuestra salud» (57). El Espíritu Santo es juntamente con la fe principio y fuente de es– peranza para el cristiano, como -dice San Pablo en Gal. 5, 5, oponiendo los fieles a los judíos que se empeñan en buscar la justicia por medio de la Ley: «nos autem spiritu ex fide spem justitiae exspectamus»: mientras que nosotros con seguridad esperamos de la fe, por el Espíri– tu, el premio de la justicia» (NACAR-COLUNGA) (58). C) Otra manifestación del amor de Dios, motivo de nuestra espe– ranza, nos revela San Pablo en el admirable plan dJvino de nuestra salvación. Dios ha dispuesto en su Providencia especialísima todo lo que conduce a la salud de los santos, de los que \e aman. En Rom. 8, 28-30 nos descubre el Apóstol el plan salvador de Dios como última y suprema confirmación de la esperanza cristiana. La serie de actos divinos en orden a nuestra salud es ésta: la pres– ciencia, la predestinación, la vocación, la justificación y la glorificación. a) La presciencia (quos praescivit = oüc; 1tp0Épm): ese previo co– nocimiento, no es una simple previsión, un frío acto iptelectivo, sino una presciencia amorosa, a la que sigue b) la predestinación: «a los que previó, a esos predestinó (gr. 1tporoptcra11) a la conformidad c<=!n su di– vino Hijo. Conformidad ¿en qué? Según el P. PRAT (59) que sigue a los Padres griegos, esa conformidad se entiende en la gracia y en la santi– dad. Mas sin excluir ésta, como principio y medio neces:;trio, creemos con el P. LAGRANGE (60) que el término directo y final es la conformi– dad con Cristo en la gloria, con relación especial a la gloria de su Re– surrección, por la que es «primitiae dormientium» y «primogenitus ex mortuis» (61): esa conformidad de los· escogidos con el cuerpo glorioso de Cristo resucitado debe ceder en el plan divino a mayor gloria del mismo Cristo, hermano «primogénito entre muchos hermanos». Y refi,. riéndose a la opinión de los Padres griegos, que acabamos de indicar, dice en el mismo lugar el citado P. LAGRA:NGE: «Paul n'ented pas dire: (57) CORN. A LAPIDE, Comm. in S. Scripturam (edit. L. Vives; ~i~s 1868). Ad Roro. 8, 16. . (58) F. Zo=-r., Novi Te,st. lexic:•m gr. (Pairisiis 2 1931) isuh vooe sA.,r:k, tra– diuioe spem justitiale ~or id quod: iusti sperctnt. . (59) La théologie Je' Saint Paul (Pari,~, 1924, 11eme ed11t.). (6o) L'Epitre a:ux Ro11Vains, in h. !oc. (61) l Cor. 15, 20; Col, I, 18. i

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