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474 Leocadio de Iza! pide tampoco que sea una ayuda externa, sino que la promoción debe ser fruto aun en estos casos de los particulares, para lo cual deben contar con la ayuda del Estado. Esto es lo que el papa indica, cuando dice que la justicia y necesidad exigen que las riquezas se distribuyan equitativamente de manera que el progreso económico y social vayan parejos; y que este desarrollo simultáneo se realice igualmente en los diversos sectores de la agricultura, industria y servicios (97). Para conseguir más fácilmente la promoción social de los habis tantes en las zonas de subdesarrollo, el papa llama la atención a que la justicia y la equidad tienen también aquí sus exigencias, principal– mente en lo que se refiere a las tributaciones, las cuales deben prever una exención o disminución para los agricultores (98) y el estableci– miento de la previsión y de la seguridad sociales igual que en el sector de la industria (99), ya que un sistema de seguros y de previsiones sociales, puede ser un arma excelente en manos del Estado para con– seguir una más justa distribución de la riqueza nacional entre todos los sectores, atenuando las discrepancias entre las diversas clases sociales (100). Si la justicia exige que no se produzcan desequilibrios socioeconó– micos dentro de una nación, la equidad enfoca todo el problema desde el ángulo de la persona humana y pone de relieve la no conveniencia de semejantes desigualdades con el principio de la doctrina social de que fin de la economía es siempre el hombre completo, que realiza su sociabilidad en una convivencia mutua, dentro de un marco geo– gráfico y acogido a un único sistema jurídico y de que en esta inter– comunicación de valores sociales, realizada en la sociedad, se requiere un plano de igualdad. El binomio justicia-equidad aparece como un término nuevo, que propone soluciones nuevas, a problemas actuales. La justicia no es ya (97) MM, 168. (98) MM, 132. (99) MM, 135. (100) MM, 136.

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