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458 Leocadio de Izal había marcado claramente el peligro en la carta que el cardenal Do– mingo Tardini escribió a la semana social de Grenoble, en la que afir– maba que el proceso del aumento de la interdependencia social puede terminar en una deshumanización (47) y en que el hombre llegue hasta olvidarse de sí mismo para convertirse en esclavo de sus obras (48), incurriendo incluso en cierta idiotización y perdiendo su libertad (49). Sería lamentable que el hombre cayese víctima de su mismo progreso, y que, lo que debería constituir un aumento del espacio vital nece– sario para el desarrollo de la persona, sofocase el perfeccionamiento de la misma. Especificando más los peligros que acechan a la persona, encon– tramos, en primer lugar, la socialización. El aumento de las relaciones sociales puede estereotipar de tal manera la vida social que la persona se encuentre como aferrada en cauces herméticos que impidan la libre autodeterminación y el desarrollo. El fenómeno de la socialización puede ser también causa de un aumento de la intervención de organis– mos superiores que tiendan a regular toda la vida social, reduciendo asimismo el campo de la libertad (50). La presión sobre la libertad de la persona humana se realiza tam– bién por otros cauces, diferentes de la presión ejercida por las formas jurídicas, administrativas, asociativas. Hoy es muy frecuente que existan grupos económicos, profesionales, etc., constituidos en verda– deras dictaduras dentro de la sociedad. En semejantes casos, la presión no actúa por formas estrictamente sociales; pero no dejan por eso (47) Carta del card. D. Tardini a la XLVII semana social de Francia, en Aggiornamenti sociali, agosto-settembre, 1960, p. 506. (48) MM, 244. (49) MM, 62. (50) << De ello resulta que la libertad de acción de los individuos va quedando encerrada dentro de unos límites cada vez más estrechos; efectivamente, se emplean con frecuencia tales artes, se emprenden tales caminos; se crean situaciones tales que resulta muy difícil desenredarse de las trabas exteriores para seguir los pro– pios criterios, para obrar con espontaneidad, para ejercitar como conviene los pro– pios derechos y deberes, para desarrollar y perfeccionar plenamente las facultades personales ». MM, 62.

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