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266 AURELIO LAITA vos 38 y hasta la destitución del Ministro General por los ministros pro– ~inci~l,es y cu.stopios 39 • :1, ~ ~ 1 ¿.,.,:;,;,.:~-...-. <--{ ~ r:· ~ , ~. ü,;bl-c.+.j.._.:.ot., ~"J..z.. t ....... ~ .. J--ii,. ~1:.,-.,-/;>oe~~ ~.~--..,..c.-. l=-.·. k .... , d) la misma libertad encontramos eh san Francisco y en sus segui- ..J dores ante las autoridades civiles: ante el Emperador Otón • 0 , ante el Sultán 4 1, ante las autoridades o jefes, como se expresa en la Carta a los Rectores de los pueblos: «Considerad y reflexionad que el día de la muerte se acerca. Os ruego, pues, con la reverencia que puedo, que no os olvidéis del Señor ni os apartéis de sus mandamientos por los cuida- dos y congojas que tenéis en este mundo. Porque todos aquellos que le olvidan y se apartan de sus mandamientos son malditos y el Señor se olvidará de ellos. Y cuando venga el día de la muerte, todo lo que juzga- ban tener les será· arrebatado. Y cuanto más sabios y poderosos han sido en el siglo, tanto mayores tormentos sufrirán en el infierno». Y lo mismo podríamos decir de su actitud libre ante las autoridades en litigio: el .Po– destá y el Obispo de Asís. Pero aún llegó a más: a los hermanos de la Orden Tercera les prohibió (y esta prohibición · llevaba consigo la no obediencia) hacer juramento de fidelidad al Señor y llevar armas, normas absolutas en aquella sociedad feudal. Es cierto que san Francisco habla con frecuencia de «ser sumisos a todos», pero esa sumisión no quitaba la iniciativa personal, ni la res– ponsabilidad social y moral "' 2 , como acabamos de ver en estos pocos ejemplos que hemos señalado. 2. Libertad ante las riquezas Después de la conversión Francisco se mueve en este aspecto como en todos según el ejemplo de Cristo: no las desprecia, pero sabe que pueden ser un riesgo; que impiden con frecuencia ser personas y que estorban también con gran frecuencia entrar en el Reino a los que las tienen y a los oprimidos por su causa (Mt 5, 3; 6, 19ss; Le 12, 29s). Por eso, tanto Jesucristo como Francisco exigirán a sus seguidores la supera- 3B 1 Reg1a, 5. 39 2 Regla, 8. 40 1 Celano, n. 40. Puede verse explicación en Pedro DE ANASAGASTI, Liberaci6n en san Francisco de Asis, Aránzazu, 1978, p. 126ss. •1 San Buenaventura, Leyenda de san Francisco, c. 9. •2 DIJK VAN, W. Ch., El franciscanismo, contestación permanente en la Iglesia, Selecciones de Franciscanismo, n. 3, 1972, p. 33.

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