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UN HOMBRE LIBRE: S. FRANCISCO DE ASIS 263 apoyarse, ni usar calzado, ni dos vestidos, y que debían predicar la peni– tencia y el mino de Dios, al punto, como movido por el espíritu del Señor, exclamó: <<Esto es lo que yo quería, esto es lo que yo buscaba, y esto con todo mi corazón deseo cumplir». Lleno de espiritual contento, trata de llevar a cabo con presteza el saludable consejo, y, sin admitir dilaciones, pone devotamente en práctica lo que había oído» 27 • Aquella libertad que había adquirido ya sabía ahora qué llevaba consigo: dedi– carse a la implantación del Reino entre los hombres, como los apóstoles y como el mismo Cristo. Pero esto iba a quedar más patente en el segund'o episodio. Después de haber estado en Roma con Inocencio III, al volver para Asís, primero se detuvieron en Orte y después en el valle de Espo– leto. Y es en este valle donde durante bastantes días «discutían si debían permanecer entre los hombres o retirarse a lugares solitarios. Pero el bienventurado Francisco, que para nada confiaba en sí mismo, sino que para todos los asuntos recurría a la santa oración, decidió que no debían vivir sólo para ellos, sino para Aquél que dio su vida por todos, cono– cedor de que Dios le había escogido para salvar las almas que el demonio procura perder» 28 • De esta manera se cumplía en Francisco aquella suprema verdad: «Cristo, buscado y amado por encima de todo, nos une profundamente en su amor, dejándonos totalmente libres en el Espíritu». La libertad adquirida por Francisco había pasado por un proceso de liberación que había consistido en «un liberarse "de" todo servilismo -interno o externo- "para" ser, efectivamente, lo que debe ser en sí mismo y frente a las cosas, frente a los demás, frente a Dios» 29 • La libertad en la vida y en el «proyecto» de San Francisco Francisco, una vez conquistada la verdadera libertad, la mantendrá incólume a costa de grandes sacrificios y renuncias durante toda la vida. Más aún, la salvaguardará frente a todo condicionamiento estableciendo las orientaciones necesarias en su «proyecto de vida». Y es que una teología de la libertad, y más aún, una antropología de la libertad, tiene ,21 1 Ce,lano, n. 22. 28 1 Celano, n. 35. 20 BOFF, L., Te,stigos de Dios en el corazón del mundo, Instituto teológico de v,ida religiosa, Madrid, 1977, p. 211.

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