BCCCAP00000000000000000001023

262 AURELIO LAITA de presenciar encerraban algún misterio. Convirtióse desde aquel momento en su auxiliar, y, favoreciéndole y animándole, atendióle con solícita caridad» 24 • En el acto supremo de la liberación de la tutela de su padre Francisco exclamó: «De ahora en adelante podré decir con toda libertad: Padre nuestro que estás en los cielos. Pedro Bernardone no es más mi padre y yo no sólo le devuelvo su dinero sino también los vestidos. Desnudo iré al encuentro de mi Señor». En estas palabras y en este gesto nunca visto podemos apreciar la cumbre de un proceso de liberación, por el que Francisco había pasado hasta llegar a aquella opción suya definitiva en la que encuentra la libertad. e) Uberaci.ón de sí mismo para el «OTRO». Todo el proceso de libe– ración, descrito anteriormente, termina con una explicitación de su libertad para el «Otro» y para «los demás». Después de la ruptura con su padre, Francisco pasa dos años de «desierto», siempre necesarios en todo con– vertido, como lo afirma Urs von Balthasar: «Cualquiera que quiera vivir cristianamente debe primero haber estado en relación directa con Dios y haber «muertm>. Por eso los enviados de Dios vienen siempre del desierto. Cristo sale de treinta años de vida oculta y de cuarenta días de lucha en una relación inmediata con Dios en el desierto. Pablo, de tres años de retiro en Arabia» 2 :i. En este tiempo de desierto Francisco va buscando el contenido de su opción. Dos episodios son singularmente importantes en orden a dicho contenido. El primero nos lo refiere Celano: «Leíase cierto día en aquella igle– sia 26 el evangelio que relata la manera cómo el Señor envió a sus dis– cípulos a predicar la palabra divina, y Francisco, que estaba allí y escu– ch,aba atentamente la lectura, apenas terminada la celebración de la santa misa, acercóse al sacerdote, suplicándole encarecidamente le expu– siese el sentido de lo que había escuchado. El ministro del Señor hizo la deseada explicación con buen orden y claridad, y al oír nuestro Santo que los servidores de Cristo no debían poseer oro, ni plata, ni dinero, ni llevar en sus viajes alforja, ni saco, ni provisión, ni bastón en que 24 1 Celano, nn. 14 y 15. 25 Conciliurn, nov. 1967. Citado por N. G. M. Van DOORNIC, o. c., p. 42. 2 6 Se refiere a la Porciúncula o Nuestra Señora de los Ange'.es, corno puede verse en 1 Celano 21. El día, según Ios mismos biógrafos, era el 24 de febrero de 1208, fiesta de san Matías.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz