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260 AURELIO LAITA sentido literal y se acerca al sacerdote ofreciéndole todo el dinero que lleva consigo para la restauración. Nos cuenta Celano que «atónito el sacerdote, admirado de tal conversión, increíble por lo repentina, rehúsa dar crédito a lo que oye. Y por temor de ser victima de algún engaño, no quiere aceptar el dinero que se le ofrece. Habíale conocido y visto, como quien dice, el día de ayer vivir regaladamente entre sus parientes y conocidos y sobrepujar a todos en vanagloria. Insiste el joven tenaz– mente, y con encendidas palabras pretende convencerle, ruega con enca– recimiento y suplica al sacerdote que le permita por amor de Dios vivir en su compañia. Aviénese a ello el ministro del Señor, mas por miedo a los padres JlilllllllllS en manera alguna quiere aceptar el dinero. Entonces Francisco, perfecto despreciador de la riqueza, arrójalo en una ventana, como si fuese polvo despreciable. Todo su deseo se cifra en poseer la verdadera sabiduría, mucho más preciosa que el oro, y en adquirir la pru– dencia, más estimable que la plata» 20 • De ahora en adelante no querrá poseer más dinero, como símbolo de riqueza humana y de poderío. Con este gesto había dado un gran paso en su liberación definitiva camino de la verdadera libertad. d) Liberación de las relaciones parentales. A pesar de las anteriores liberaciones, a Francisco le faltaba la prueba más fuerte: la liberación de sus lazos familiares. «La libertad se define en primer lugar como autonomía con relación a múltiples formas de tutela, a través de las cuales otras personas tienden a sustituirnos en nuestra opción fundamental. En primer lugar los padres. La tentación de muchos padres es continuar escogiendo por sus hijos, sustituyéndoles, en especial en las decisiones importantes (por ejemplo, la profesión o el matrimonio), impidiéndoles toda iniciativa y evitándoles cualquier riesgo. De esta forma prolongan la infancia de sus hijos, cuya característica es precisamente el ser dependiente» 21 • Esta tutela la tenia fuertemente arraigada Pedro Bernardone con rela– ción a Francisco. Por eso, cuando después de que le hablara el Cristo de San Damián, Francisco no aparece por casa, «buscábale solícitamente por todas partes su padre, deseoso de saber qué era de su hijo» t2 2 • Pero un día llegó Francisco a Asis pidiendo ayuda para restaurar la capilla de san Damián y su padre de malas maneras lo condujo a casa. ·20 I Celano, n. 9. 21 GIRARDI, J., O, c., p. 82s. ,22 I Celano, n. 10.
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