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264 AURELIO LA,ITA 4. La primacía de la persona El Vaticano II ha destacado en varios de sus documentos este valor de la sociedad de hoy. Y fue san Francisco quien desencadenaría en la Edad Media un movimiento personalista y no jurídico. Es de todos cono– cido el respeto de san Francisco por la individualidad de cada hombre, e incluso de animales y cosas de la creación. Un ejemplo preclaro, referido a los frailes, lo encontramos en la Carta que envió a fray León: «Te hablo, hijo mío, como una madre. Todo lo que platicamos en el camino lo resumo y confirmo brevemente en estas palabras. Si después te fuera preciso llegarte a mí para recibir consejo, he aquí lo que te digo: cualquier medio que mejor te parezca para agradar al Señor Dios y seguir sus huellas y pobreza, ponlo en práctica con la bendición de Dios y mi obediencia. Y si por el bien de tu alma o para otro consuelo tuyo necesitas y quieres hacerme visita, ven, hermano fray León». Esta primacía de la persona con sus derechos y libertad no sólo la respetó en sus frailes, sino también en todos y cada uno de los hombres. «Tomó en serio, escribe S. Ciasen, a cada hombre, fuese rico o pobre, superior o inferior; mejor dicho, cuando incluso prefirió los inferiores y marginados a los superiores y propietarios. No es, pues, de extrafiar que precisamente los explotados, enfermos, pobres, mendigos, se sintieran como en su casa entre los hermanos, e incluso se encaminaran a las puer– tas de sus conventos los parias, como los leprosos, marginados y ladrones, con la seguridad de que se les recibiría como a hermanos en Cristo. Te– niendo esto en cuenta, se explica el éxito de las tres Ordenes francis– canas; hablando humanamente, quizá la razón de ello esté en que todos los hombres, tanto de procedencia noble y rica, como de burguesa y pobre, se estimaban por igual mutuamente, y recibían a todos, cualquiera fuese su rango, sin distinciones, aunque de un modo especial, a los más pobres entre los pobres» ~ 6 • San Francisco se constituye por esta razón en un interlocutor valioso para el actual diálogo ecuménico y para el contacto con los hombres de otras ideologías y culturas. El P. ·Alcántara presentó algunos puntos de vista interesantes sobre el tema que nos ocupa en el Congreso hispano– portugués «sobre la renovación de la vida franciscana a la luz del con- 2a S. CLASEN, Francisco de Asís y la cuestión social, I. c., p. 271.

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