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226 SERGIO URIBB GUTIBRRBZ Los caballos pasaron a nado. Seguimos nuestro camino hasta la casa de unos cristianos donde fuimos acogidos y reparamos nuestras fuerzas. 50. Dos días después Llegué a Valdivia, desde donde seguí viaje a Valparaíso. Allí fui hospedado durante tres semanas en casa de un protestante adinerado que me trató como padre 30• Poco después fui a Santiago, precisamente al tiempo que el conocido General de Concepción marchaba a la cabeza de cinco ~il re– volucionarios sobre la Capital con intención de tomar por la fuerza las riendas de mando de toda la República. Y posiblemente habría logrado su cometido si mi entrada en Araucanía no lo hubiera indirectamente privado de las tropas que le había entregado el Gobierno, so pretexto de hacer la guerra a los araucanos. Solamente entonces comprendí el misterioso sentido de las palabras que en una ocasión me dijo el Presidente: "Uds. prestan un gran servicio a la República". Y creo habérselo prestado, ya que gracias a las fuerzas que habían quitado al ene– migo se pudo triunfar en contra de la Revolución, que apareció simultáneamen– te en varios lugares. [Fundación de un "Colegio de Misiones" en Santiago para obtener de él misioneros chllenos] 51. Terminada la sangrienta Revolución, en la que Chile debió llorar la pér– dida de cerca de cinco mil hombres, [42] me presenté ante el nuevo Presidente para obtener el permiso de fundar un convento de Capuchinos en la Capital 3.1, Un día después de la entrevista tenía en mis manos el decreto de fundación. Se hizo todo lo prescrito en el sacrosanto Concilio de Trento para la fundación de conventos de mendicantes 33• · 52. Hice una colecta en la ciudad para procurar los medios para esta fun– dación y me dispuse a viajar a Europa. El protestante inglés que me había hospe– dado en Valparaíso me pagó el pasaje hasta Panamá. Unos jóvenes peruanos que viajaban a Francia me lo pagaron hasta la Isla de Cuba, en donde nos sepa– ramos. De allí pasé a los Estados Unidos y después a Londres en donde, por llevar mi hábito capuchino del que jamás me quise despojar, debí sufrir injurias de parte de aquella gente. Finalmente, atravesando toda Fracia, llegué a Roma 33 • Previendo las dificultades que había de encontrar para obtener lo que tanto ansiaba, me presenté delante de Su Santidad el Papa. Acogió con su acostumbrada bondad la narración de mis aventuras; me hizo muchas preguntas sobre estos países y personas que le eran conocidos; por fin me preguntó •directamente: "Bue– no,, y ¿qué es lo que quiere de mí?" Le respondí: "Quiero por lo menos cuarenta religiosos...". Se echó a reír repitiendo ".. ~cuarenta religiososos, cuarenta reli- 30 El original manuscrito precisa, al margen de estas líneas y con la misma letra del autor, esta fecha: julio de 1851. 31 El Presidente que acababa de asumir el mando era don Manuel Montt, que en septiembre de ese año de 1851 sucedía a don Manuel Bulnes. 33 Con fecha 15 de enero el Gobierno daba la licencia para la fundación "en esta Capital de un convento de su Orden (capuchina) destinada a suministrar mi– sioneros a las provincias del sur, i donde puedan residir i vengan a parar cuando fuere necesario" (Boletín de Leyes, Libro XX N~ 10 pág. 8). Un mes después, el día 20 de febrero, el Arzobispo Mons. Rafael Valentín Valdivieso otorgaba también la "licencia requerida por derecho para que el rev. padre fray Angel Vi¡piio de Lonigo o el que legítimamente fuer~ deputado, pueda fun– dar en esta Cmdad un convento de La orden de Capuchmos...". (Colección de Edictos, etc. de los Prelados, pág. 562). · 33 Nuevamente el autor precisa la fecha de su llegada a Roma en una nota al margen del manuscrito: el 13 de mayo de 1852. '
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