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RELACION DE LAS MISIONES DE CHILE 213 vesarlo en una canoa hecha de un tronco de árbol vado, de unos seis o siete metros de largo ,por unos dos metros de periferia. A la vista de esta embarca– ción me estremecí, pero mi intérprete me aseguró que no había peligro alguno y por eso subí, aunque encogido de miedo. 21. Mientras navegábamos sostenía las riendas de mi caballo que nos se– guía nadando junto a la embarcación. Así ganamos la otra orilla: ya me encon– traba en el corazón de Araucanía 16, a veinte millas de la antigua ciudad de La Imperial que dos siglos y medio antes había sido incendiada por los araucanos ccin otras seis ciudades más, todas el mismo día. En esa oportunidad los indí– genas ultimaron a don Pedro de Valdivia, el conquistador de Chile, y gran núme– ro de españoles. Afortunadamente en aquella ocasión no .sucumbieron ni las· mu– ieres ni los niños, que fueron confinados a un vaJ:Ie llamado Boma. Allí for– maron una raza arparte que se distingue aún actualmente por el color de su ros– tro un tanto sonrosado y de sus cabellos que son entre rubios y amarillentos; su cuerpo es de bellas formas y se caracterizan por la nobleza de sus modales, por su astucia, valor y audacia en afrontar los peligros, cualidades todas ellas que recuerdan a los v:alientes vizcaínos, que los reyes de España, para librar– se de ellos, enviaron a Chile donde hicieron estragos entre aquellos indígenas y en donde encontraron también su tumba 18 • [Descripción de las costumbres y de la vida de los araucanos] 22. Llegado a la región del Imperial como ya dije, que este es el nombre que recibe el valle bañado por el río Cautín, se me presentaron ante la vista algunas cabañas de paja, construidas en forma o:1,alada, con una sola entrada en uno de sus extremos, que sirve a la vez de puerta y de ventana. Estas cabañas suelen ser de unos treinta metros de largo por unos diez de ancho y [16J sin nin~ guna división interior. Junto a fas paredes se colocan los lechos fabricados con palos unidos entre sí, con un poco de paja encima, con algunas frazadas tejidas con lana por sus propias mujeres. Estas camas están dispuestas de tal modo que fos pies ,de uno tocan la cabeza de otro. Como separación colocan una peaueña división de palos verticales y con un poco de paja cierran los vacíos interme– dios. En medio de la ruca hay un .gran fuego que siempre está enceridido; y si la ruca es de mayores proporciones, se encienden dos fuegos. Sin este fuego los indígenas estarían siempre en oscuridad y el mal olor sería insufrible. El resto de la .cabaña está llena de cueros de. buey, hechos como recipientes para el gra– no; hay también cacharros de terracota y de madera y otros objetos fabricados por ellos mismos. Hay lanzas, sables, monturas de caballo, gallinero para aves y otros animales. Por eso, si falta la luz del fuego no se puede dar un paso sin tropezar o romperse la cabeza con algunos de esos enseres. A esto hay que aña– dir un número de perros correspondiente al número de individuos que tiene la familia, la que no suele bajar de quince o veinte, entre niños y adultos. · 16 El lugar preciso a que aquí se alude es el que se encuentra cercano a la an– tigua desembocadura del río Cautín - Imperial, lugar que en aquellos años no estaba muy poblado. Más tarde se fundó, en la explanada que media entre el río y el montecito en que estaba la Misión, un paqueño pueblo que en un comienzo se llamó Misiones. Más tarde se le dio el nombre de Bajo Imperial y logró tener una cierta importancia. Actualmente s·e le conoce con el nombre de Puerto Saavedra, en recuerdo de don Cornelio Saavedra, pacificador de Arauco y organizador de este Puerto. 18 La existencia de estos "indios rubios" ha dado origen a muchas leyendas o suposiciones que Ja historia no ha podido comprobar fehacientemente.

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