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humano? Podríase responder que ambas opm10nes opuestas parecen encontrar apoyo en los escritos del santo abad de Claraval 168 . Si alguna conclusión se puede sacar, en firme, de toda esta cuestión, seguramente la podríamos expresar afirmando que el influjo del objeto o materia sobre la gravedad de los preceptos y de sus corres– pondientes transgresiones no resulta, en modo alguno, relevante sino más bien de muy escasa eficacia. Pedro Lombardo (t 1160), el célebre maestro de las Sentencias, no nos proporciona nada digno de destacar con respecto al problema concreto que ahora nos ocupa. Estudia con detención el proceso del pecado, y este proceso le sirve para establecer la distinción de pecados mortales y veniales. En el primer pecado de la humanidad, en el pecado del paraíso, intervinieron la serpiente, la mujer (Eva) y el hom– bre (Adán). Del mismo modo en los demás pecados participan tres elementos: la sensualidad (serpiente), la parle inferior de la razón (la mujer) y la parte superior (el hombre). El movimiento o sugestión de la sensualidad es ya un pecado venial, aunque levísimo; si la parte inferior de la razón acepta la sugestión de la sensualidad, Eva ha comido ya de la fruta prohibida y peca mortal o venialmente según la mayor o menor intensidad o duración de su aceptación; finalmente, si la parte inferior de la razón solicita a la parte superior y ésta con– siente, Adán y Eva comen juntamente y así queda consumado el pecado mortal 169 • 168 A favor dela existencia de materia leve véanse los lugares citados en la nota anterior. A favoc de la imperfección del acto humano, es decir, en contra de la existencia de materia leve, consúltese !DEM, De praecepto et dispensatione, oap. 1, n. 1 s., en PL 182, col. 861 s.; Sermones de diversis, sermo 6, n. 3, en PL 183, col. 558. 169 PETRUS LoMBARDUs, Libri IV sententiarum, Ad Claras Aquas 1916, lib. 2, dist. 24, p. 423 ss. : « Illud quoque praetermittendum non est, quod talis nunc in unoquoque homine tentationis est ordo et progressio, qualis tune in primis praecessit parentibus. Ut enim tune serpens malum suasit mulieri, ipsaque consensit, deinde viro suo dedit sicque consummatum est peccatum: Ha et nunc in nobis pro serpente est sensualis motus animae, pro muliere inferior portio ra– tionis, pro viro superior rationis portio... Nunc superest ostendere quomodo per haec tria in nobis consummetur peccatum; ubi agnosci poterit, si diligenter inten– damus, quid sit in anima mortaie vel veniale peccatum. Ut enim ibi serpens suasit mulieri et mulier viro, ita et in nobis sensualis motus cum illecebram peccati conceperit, quasi seqiens suggerit mulieri, scilicet inferiori parti rationis, id est ratíoni scientiae, quae si consenserit illecebrae, mulier edit cibum vetitum; post de eodem dat viro, cum superiori parti rationis id est rationi sapientiae eandem illecebram suggerit, quae si consensit, tune vir etiam cum foemina cibum 60
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