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gravedad, Hugo señab claramente el origen de la obligación: vis et obedíentia mandati, que en su contexto no parece significar otm cosa que la voluntad o intención del superior. No se puede decir otro tanto de Pedro Abelardo, a quien podría atribuirse con justi1Cia el título de teólogo de la moral interior o de la moral del consentimiento 104 . Quizá por este carácter íntimo y per– sonal de su moral, a veces no fue rectamente comprendido ni inter– pretado por sus contemporáneos, que, en ocasiones, tal vez exageraban la importancia del aspecto exterior en la moralidad de la actividad humana. Por ese mismo carácter fot,ilmo no es fácil descubrir, en sus obras, pasajes que acentúan el influjo de la intención del legislador sobre la gravedad de las transgresiones de las leyes y preceptos.: .,: • En cambio, en san Bernardo de Claraval puede descubrirse; ya claramente planteada, la cuestión que nos ocupa. Ante todo, no que– remos dejar de notar que en su De praecepto et di 1 spensatione pone de manifiesto la opinión de algunos religiosos benedictinos que temían hacerse reos de crimen o pecado mortal por la transgresión de cual– quier prescripción regular 105 . El santo abad suaviza notablemente la opinión de los temerosos monjes, pero sin negar .en modo algui::io el relevante influjo de la voluntad o intención del superior o Legislador. Parece más bien aludir a ello cuando advierte que. una ofensa ha de considerarse tanto mayor cuanto más alta es la autoridad del superior, y tanto más grave una transgresión cuanto mayor es el mandato 106 • Más aún; san Bernardo hace depender notablemente la gravedad de los preceptos o mandatos, de la mayo1' o menor voluntad del superior que los ünpone: « Porro maiora minoraque mandata dixerim, secun- fieri et rursum sine culpa intermitti. Accedens autem mandatum, haec quae, per se media erant et ad utrumlibet se habebant, sive praecipiendo sive prohibendo in alteram partero cleflexit; ita ut iam ea quae prohibita sunt sine culpa nán possint fie,ri neque rursum ea quae praecepta sunt, po'5sint omnino sine culpa, dimitti. Quod tamen non natura rei facit, sed vis et obedientia mandati ». 104 Examínese,, a este respecto, ABAELARnus P., Ethica seu Scíto te ipsum, cap, 3 y 14, en PL 178, col. 636-643, 654-658. 105 S. BERNARDUs, De praecepto et dispensatione, cap. 10, n. 24, en PL 182, col. 875: « Quamobrem non v1deo cur ita omnem inobedientiam et transgressio– IWIIll vel minimorum quorumlibet mandatorum exagerandam putaveritis, ut excla– maveritis: Quod ergo iarn monaco poterit veniale peccatum esse. vel lene, cuius unioersae actioní crimen insidia.tur inobedientiae? Sed hoc inde videlicet constare creditis quod praelatorum iussíonibus tantum tribuendum asseritur quasi divínítus ·traderentur ». 106 Ibídem, cap, 7, n. lS-15, en PL 182, col. 869 s. 39

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