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ULTIMA ENFERMEDAD Y MUERTE A nadie pasó por la mente que el desmayo ocurrido en la mañana del 9 de enero de 1956 al P. José Antonio, trabajando en su estudio en compañía del P. Buenaventura de Oyeregui, pudiera ser indicio de algún mal grave oculto. Guardó cama. Había conve– nido con sus hermanos en celebrar con ellos en Lasarte el 10 de enero su 70° aniversario; como no se presentara, un retrato suyo presidió el ágape fraternal. Repuesto del arrechucho, comenzó el P. Donostia a desple– gar una actividad inusitada, que ni la crudeza de febrero, con temperaturas inferiores a 10° bajo cero, era bastante a contener. El día 26 de enero pronuncia en la Academia de la Lengua Vasca su conferencia Euskal-Erriko Otoitzak; el 2 de febrero da otra en el Seminario Conciliar de Vitoria, ilustrada con ejemplos musica– les, que canta J. Eraso; y otra, la última de su vida, en Bilbao, el día 3 de marzo. El día 25 -de febrero moría repentinamente el P. Oye– regui; el 11 de marzo, el P. José Miguel de Aldaz, compañero del P. Donostia desde el ingreso en Lecároz. Pasa en San Sebastián la Semana Santa, del 26 al 31 de marzo; en Lecároz, el día de Resurrección, 1 de abril, en que sus manos por última vez pulsan las teclas del órgano y emborronan cuartillas. Sintiéndose inquieto sobre · el estado de su salud, se traslada a San Sebastián y se somete a observación médica. Vista la impresión poco satisfactoria de los facultativos, vuelve a Lecároz el 25 de abril, toma algunas disposiciones y, de nuevo en 23

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