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se podría plantear aó.n la duda acerca de si el objeto ó materia (mate– ria grave y leve y la parvitas materiae) posee luz propia capaz de iluminar el contenido y exigencias de la caridad en sus dos vertientes o de si es, más bien, la caridad la que debe iluminar y comunicar el verdadero contenido y significado a la materia. De todos modos, la concepción del pecado bajo la luz de la caridad supera indudable– mente en belleza y sublimidad a la concepción que considera y pre– senta el pecado a la luz de la materia grave y leve y de la parvitas materiae,. Finalmente, aunque nos parece que el criterio de la caridad no ilumina siempre con la debida precisión todos los casos prácticos y existenciales, debe preferirse al criterio del objeto o materia, ya que ésta se ha venido a considerar, con el correr del tiempo, en un sentido físico, periférico y material. Al mismo tiempo, se hace necesario pro– fundizar en el contenido y significado de la caridad para llegar a comprender sus exigencias prácticas esenciales. En suma: la materia grave y leve y la parvitas materiae, si apare– cieran informadas e iluminadas por la caridad, podrían todavía man– tener cierto valor práctico y concreto. MwuEL ERBURU, OFM Cap. 68

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