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de constituir un prohiema verdaderamente acuciante dentro del siglo, XVI: « Magnae quaestíonis est, quae parvitas excuset a mortali, quia id nullc, iure naturali divino aut humano definitum est... S(llepe confes– sarii nos molestarunt, interrogantes quae quantitas sil ad hoc notabílis, aut quam nos talem arbitraremur? Quibus nisi fuimus satisfacere per sec;_uenta posita in praefato Commentario... » 158 • En conclusión: el Doctor Navarro admite y enseña con aibsoluta claridad el principio de la pervitas materiae y le atribuye validez universal. Observaciones y conclusiones Al concluir este segundo capítulo de nuestra investigación, nos parece cbligado dirigir una mirada retrospectiva sobre el mismo para ayudar al lector a recoger las observaciones y conclusiones más salien– tes acerca de la parvitas materíae. l. Los precursores de los grandes maestros de la escolástica desco– nocen absolutamente la expresión parvitas materiae y cualquiera otra equivalente o sinónima y no conocen tampoco la realidad de su con– cepto o contenido. Sin embargo, en casi todos estos teólogos pueden descubrirse algunas expresiones o afirmaciones que pueden relacio– narse, de algún modo, con el principio de la parvítas materiae. Al mismo tiempo merece notarse que, aun en aquellos pecados y desór– denes que los teólogos modernos considerarían veniales por parvedad de materia, ellos tratan de justificar su carácter venial señalando alguna imperfección en el acto humano. Estamos, pues, bastante lejos del principio de la parvitas materíae. 2. Puede decirse que, de entre los grandes maestros del siglo XIII, los teólogos franciscanos desconocen, lo mismo que sus precur– sores, la expresión parvltas materiae y su concepto o contenido, si bien hay que reconocer que en casi todos ellos puede encontrarse algur:.a emeñanza o afirmación que no resulta fácil comprender pres– cindiendo del principio de la imperfección o parvedad de materia. Lo dicho sobre los teólogos franciscanos puede aplicarse igualmente a los teólogos dominicos san Raimundo de Peñafort y beato Humberto de Romanis. 153 Ibídem, fol. 182r. 65
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