BCCCAP00000000000000000001014

la necesidad, en cuyo caso la substracción quedará libre de culpa mortal y, tal vez, de toda culpa; en segundo lugar, cuando se pone en comparación con otro pecado mayor, como el adulterio; en tercer lugar - debería haber añadido el santo doctor ~ cuando lo que se substrae al prójimo es una cosa pequeña y de poco valor, es decir, una parvedad de materia. Pero parece ser que santo Tomás no conoce ni admite el principio de la parvitas rnateriae: « Furtum dicitur non esse gramdí,s culpae duplici ratione. Primo quidem, propter necessítatem inducentem ad furandum, quae diminuit vel totaliter tollit culpam... Alío modo dicitur furtum non esse grandis culpae per comparationem ad reatum adulterii, quod punitur marte. Unde subditur de fure quod deprehensus reddet septuplum: qui autem adulter est, perdet animam suam » rno. Finalmente, la ocasión en que hemos visto al Angélico más cerca del principio de la parvitas materiae - diríamos que lo tenía al al– cance de la mano - es al tratar de los pequeños hurtos: « Ille qui in parvis facit iniustitiam, deficit a perfecta ratione eíus quod est iniu– stum facere, inquantum potest reputari non esse omnino contra volun– tatem eius qui hoc patitur: puta si auferat aliquis alicui unum pomum vel .aliquíd tale, de quo probabile sit quod ille inde non laedatur, nec ei displiceat » 131 • Los pequeños hurtos, por tanto, no consttiuyen peca– do mortal, porque no realizan perfectamente la noción de injusticia, es decir, porque se puede racionalmente pensar que las parvedades substraídas no perjudican realmente a su dueño ni hieren o contrarían su voluntad. Si el santo doctor hubiera conocido y admitido el prin– cipio de la parvitas materiae, estamos convencidos de que habría argumentado de modo bastante diverso. Concluyamos, pues, que, para liberar a los pequeños hurtos del peso y carácter de pecado mortal, hay que vaciarlos previamente de su noción y significado de injusticia. De otro modo, tal como nos lo ha advertido poco más arriba el Doctor Navarro, deberán retenerse como pecados mortales. Esto es precisamente lo que viene a enseñar el mismo santo Tomás cuando afirma: « Quidquid est contra legem Dei est peccatum mortale. Sed quicumque facit iniustum, facit contra p1ae– ceptu:m legis Dei: quia vel reducitur ad furtum, vel ad adulterium, 130 Ibídem, 2.2., q. 66, art. 6, ad 1, en Opera omnia, t. 9, Romae 1897, p. 92. 131 Ibídem, q. 59, art. 4, ad 2, en Opera omnia, t. 9, p. 24. 53

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz