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32 FR. ANDRES DE LIZARZA EHOR. Alguno: "Placer ispiritualac ehorc go(;atcem thienian, mai·· tateen, eta desideratcen-ago tici; ceren ordian heen merechimendia ehorc hobeki e(;agutcen baitu". Cuando alguien goza de gustos es·· pirituales, más y más los ama y desea; porque entonces uno conoce mejor su merecimiento (pág. 31). "Eci esticie nahi medi- tacioneco dembora oro ehorc e(;ar de,an meditatcen duten sujeta- ,¡,, ren pundu oraren igaraiten". Porque no quieren que nadie emplee • todo el tiempo de la meditación en pasar todos los puntos de la materia que meditan (pág. 156). EPAINTXA TU. Impedir : "Juge bere einbidia maite dien batee ikus– ten dienian criminel baten heriora condenatcera obligathia dela, naturalki dien pietathiac, eta adiskidetarrunac epainchatcen ezthien be(;ala oguendun haren contr/J hiltceco sentenciaren emaitetic". Así como a un juez amante de su deber, cuando ve que está obligado a condenar a muerte a un criminal, la compasión y amistad que siente hacia él no le impide dar la sentencia de muerte contra el culpable... (pág. 307). EPAINTXU. Impedimento: "Falta suerte hoc, nahi bada eztiren mortal, Gincoaganic errecibi le(;aiketen graciari, eptiinchu handi bat e(;arten dicie". Esta clase de faltas, aunque no son mortales, ponen un gran impedimento a las gracias que podían recibirse de Dios (pág. 45). "Urgulia aldis epantchu eta p-uchulu dw¡;u fediaren ere– cibitzceco". En cambio el orgullo es un impedimento y estorbo para recibir la fe (pág. z67). EPE. Plazo: "Eperic gabe bethi guardian ican behar diici". Hemos de estar sietnpre en vela sin tregua, sin plazo (pág. 408). ERAAUNTSI. Ocuparse: "Jacopec Ainguruari, gaua oro harekin borroka eraaunxi onduan, erran ceracona". Lo que Jacob dijo al Angel, después de haber pasado toda la noche en lucha con él (pág. 2II). HERABE. Temor, vergüenza: "Hartan (umilian) nehorc etci idirei– ten contrastic, ez heraberic". En el humilde nadie encuentra con– trincante, ni temor (pág. 273). '' Explicatcera herabe rJitugwn gaucen erraitera obl}i,gatu j/tiirela, eliir;ateen orái<tn/ herabe hura, bencithuz, gure burien mortificatceco, eta gure urgulu enguenaga– rriaren eta Demoniuaren garaitceco beicic". Que estamos obligados a decir las cosas que nos avergüenza confesar, aunque no sea más que por mortificación propia y por vencer nuestro orgullo engañoso y el demonio, venciendo nuestro reparo (pág. 368).
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