BCCCAP00000000000000000001010

OBISPO, CLERO Y PUEBLO DE ZARAGOZA (1803-1808) 171 en Orán y Ceuta. El 4 de mayo de 1804 certifica el párroco que las cualidades y costumbres del pretendiente no son conformes para gozar la habilitación. Hasta siete veces acudió a la curia en busca de las acostumbradas letras de habilitación, en vano. Tuvo que notificiarle de todo al Obispo auxiliar y él fue quien le aconsejó se retirase a su pueblo e hiciese ejercicios espirituales en el con– vento de capuchinos de él, lo que ha practicado, según certificado del guardián, Fray Francisco de Ayerbe, durante diecisiete días. Acaban extendiéndole la habilitación a fines de noviembre del mismo año. Serafín Montañés, de treinta y un afios en 1803 (DDC), estaba a punto de salir a concurso de curatos cuando ocurrió la muerte de su hermano, el heredero, sobrevenida por desgracia; tuvo que abandonar los estudios para atender a su madre, a su cuñada y tres pupilos desamparados, sus sobrinos. Según el cura de su pueblo, Sierra de Luna, ((estos años, ignoro cuántos, en que se aplicó al ejercicio campestre, no dudo que siguió algunas borrascas o fun– ciones con los de su estado)), Pero nunca lo han procesado; siem• pre inclinado a la Iglesia; no se le ha notado trato ni pasión a mujeres. Se le admite a título de patrimonio, tras repetidas ins– tancias. En la visita pastoral a Luco de la Ribera, el 4 de noviembre de 1804 (DVP), Francisco Latorre, tonsurado, teólogo de segundo año, suplica al Obispo auxiliar y gobernador que se sirva agregarlo a la parroquia de Luco para ayudar en cuanto pueda a las fun– ciones eclesiásticas. Previo informe favorable del párroco, al día siguiente, desde Báguena, lo adscribe en atención a la necesidad de ministros en Luco, «debiendo concurrir diariamente a sus fun– ciones con corona abierta y hábitos clericales, confesando y con:iul– gando en las festividades principalesJJ (DVP). MISERIA Ese afán de los maduros y del joven por arrimarse a la Iglesia podría inducir a pensar que la tonsura clerical abría el camino de la opulencia. La realidad era otra. Ya el P. Santander en el

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz