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212 P. ANSELMO DE LEGARDA MUERTE Por los informes trascritos se echa de ver que en la sombra de cada hambriento o mendigo descubrían amenazadora a la epi– demia muchas veces mortal. Ya el 29 y 30 de enero de 1804 (APZ) se celebran fiestas en el barrio del Portillo, en honor de Nuestra Señora del Portillo, y «toda esta función se hizo porqu_e moría mu– cha gente». El párroco, alcalde y regidores de Cortes de Navarra el 18 de febrero del mismo 1804 (DDC) envían un memorial desolador al Arzobispo. Recuerdan cela única y escasa cosecha de granos del año precedente, su enorme precio en el actual y una general epi– demia que tiene infestadas muchísimas casas de este vecindario». El 16 de junio del mismo (DDC) el vicario de Riela recalca que la peste está tan pujante en este pueblo y hay tal torbellino de en– fermos desde hace dos o tres meses, que desde el 1 de enero ha enterrado setenta y cuatro adultos. A ese vicario de Riela se le arru– gaba el corazón y se le ahogaba el espíritu ante aquellas imá– genes de la muerte. En cambio su vecino, el de Calatorao, las contemplaba impávido, según escribía el 22 d!'l junio de 1804 (DDC) : «Siguen aquí el sarampión y constelación. Ya van en este año ochen– ta y ocho muertos; y setenta y ocho el año pasado. Raro es el día que no hay dos o tres viáticos [ ... ]. Muchos son los que temen y me compadezco de ellos. Mas yo no tengo miedo, aunque en nada me excuso : algo ha de valer el haberse uno criado con médico. En efecto, m~ receto la dieta de cuando en cuando, me ventilo dando algún paseo al labio del pueblo, guardo parsimonia en co– mida, y más en vino, que es siempre tinto, sin catar licor alguno. Uso del tabaco (rapé) bastante; doy alguna fumada del de humo, aunque no le he acostumbrado, para defenderme de miasmas» ... En la capital acudían a medidas drásticas. Llegan a la curia dos impresos firmados por Jorge Juan Guillelmi en Zaragoza el 27 de octubre de 1804 (DDC). En el primero expone la satisfacción de la R.eal Junta de Sanidad de este Reino por la salud que disfru– tan los moradores de esta capital. Ha tomado providencias para evitar el contagio exterminador; para su eficacia necesita dinero y acude a la generosidad de la curia. Adjunta el decreto con las
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