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OBISPO, CLERO Y PUEBLO DE ZARAGOZA ('18-03-1808) 211 provincias ; entre dlos se ven muchos sanos y robustos ; la Real Sitiada de Misericordia se ha prestado a recogerlos en cuanto le sea posible, gracias a las limosnas así de la real piedad como del Arzobispo. A los que no fueren de Zaragoza y su rastro, se les ordena retirarse a sus pueblos y parroquias, so pena de someterlos al servicio de las armas: Quien quiera trabajar, tiene un puesto en ,el campo o en el Canal Imperial. No dispongo de datos para puntualizar en qué proporción emi– graron los pobres de los pueblos. El párroco de Villanueva del Rehollar, en el informe previo a la visita del 27 de julio de 1805 (DVP) dice que consta el pueblo «de setenta y dos vecinos con inclusión de cuatro ausentes por la miseria del año)). La mitra seguía colaborando al remedio de la desgracia. El 15 de marzo de 1806 (DDC) Guillelmi, por la Real Asociación de Ca– ridad de Zaragoza, agradece al Arzobispo los dos mil reales vellón. Al año siguiente, el 15 de junio (DDC), el vicepresidente de la misma asociación, Antonio Romeo, le agradece las cien libras ja– quesas. Entenderemos los apuros mentados de la casa de Misericordia si a las atenciones habituales de semejantes establecimientos su– mamos otras peculiares de Zaragoza. Por ejemplo, el socorro a estudiantes pobres. En la sitiada o junta del 5 de noviembre de 1806 (ASM) consta la lista de estudiantes que pueden admitirse en la casa para cubrir las vacantes : tres para filosofía y seis para gramática. Al nombre de cada estudiante acompaña el del pueblo de origen. En el estadillo del 1 de enero de 1806 figuran treinta y un estudiantes en la Misericordia. Y en la referida Sitiada del 5 de noviembre aparece uno que ha acabado la filosofía, pero «por su desnudez y pobreza» pide se le conceda continuar en la casa como uno de sus pobres 34 • 34 Los leotores de la Gazeta de Zaragoza el 7 de mayo de 118105 ttropezaron oon Ullill noticia que hoy p,o,dda ,calificarse de humor negro. Cuando el hambre seguía haciendo estragos, ,se anunciaba una obra anónima, El ayuno, vind>ica– do .. ., en que se defendía que los sexagenarios eontinuaban ohHgado:s a ayunar, contra el ,capuchino Jerónimo José de Cabra que en 1798 había impreso un discurso en que los excusaba del ayuno.

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