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210 P. ANSELMO DE LEGARDA conducido y fomentado con su miseria unas enfermedades que arrastran a muchos al sepulcro y afligen a los vecinos de esta gran– de población. El Real Acuerdo, deseando pr~caver los males que sufren y los mayores que amenazan, ha tomado todas las provi– dencias que le ha dictado su celo; pero ninguna puede alcanzar a detener el inminente riesgo que ha manifestado el Colegio de Médicos, de que, empezando la estación calorosa, se conviertan aquellas enfermedades en epidémicas y contagiosas, y el pueblo en– tero en un hospital, considerando por causa cuasi infalible el que los mendigos, llenos de miseria, con su desnudez, desabrigo y desamparo fomentan la corrupción. Como llegaron a esta capital familias enteras de castellanos y han perecido muchos padres, se ven sus tiernos hijos esparcidos por todas partes, lánguidos y mo– ribundos, excitando el dolor y la compasión». Continúa exponiendo que en estas circunstancias es de abso– luta necesidad el recogimiento de los mendigos. Han pensado en la Sitiada, es decir, en la junta de regidores en.cargada de la ad– ministración y gobierno de la Misericordia. Pero la Sitiada se halla sin recursos para habilitar el edificio de la Misericordia y man– tener a los pobres que le sean destinados. En demanda de socorro acuden a todos, desde el rey hasta el pueblo. El memorial va di– rigido al Arzobispo, «que es el padre de los pobres de Zaragoza, y a quien principalmente se halla encargada la Real Casa de Mi– sericordia». Según nota marginal del documento, se les contesta e] 1 de mayo que se podrá contribuir con cincuenta cahíces de trigo y otros cincuenta de cebada (DDC). Los de la Audiencia han apuntado a los reinos de Castilla como principal vivero de los m~ndigos que han invadido Zaragoza. El pueblo zaragozano, por su Gazeta de Zaragoza, hacía un mes que contemplaba con preocupación la tormenta que se iba fraguando por aquella banda. En la primera decena de marzo leía informes sobre asistencia pública a centenares de pobres y necesitados de Torrecilla de Cameros (Rioja), Viguera (Rioja), Villoslada de Ca– meros (Soria) y varios otros pueblos. Y cuando aquella nube de pobres hambrientos ha descendido sobre Zaragoza. en la Gazeta del 12 de mayo pueden leer sus habitantes el acuerdo tomado cinco días antes por Guillelmi y demás autoridades : es excesivo el nú– mero de mendigos de ambos sexos, así del reino como de otras

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