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OBISPO, CLERO Y PUEBLO DE ZARAGOZA ('1,8,03-180,8) ' 2-09 eclesiástico la licencia y bendición para predicar misió~ en los lugares de Codos, Langa y Torralbilla, y «queda a nuestro cargo encarecer con prudencia los graves perjuicios que originan los trajes indecentes que en el día usan hombres, y mujeres, y hacer cuanto V. E. tuviere a bien mandar)). Ignoramos lo que se dijo en aquellas mlsiones, pero conocemos lo expresado por el franciscano Fr. Manuel Montero en el sermón cuya censura mentábamos antes 32 • Ve por las calle's mujeres con vano y pomposo adorno, con un modo de andar altivo y soberbio, con, acciones libres y descompuestas. Las doncellas deshonradas ya lo tienen por honra. El espíritu inmundo, por las inmundas bocas de grandes, jóvenes y pequeños, gentes sin educación y sin crianza, «vomita a cada paso expresiones horrendas, nefandas y nunca oídas hasta de ahora>>. El predicador apostrofa a Zaragoza para decirle que la Madre de Dios no pu.ede sufrir en los hijos de su pueblo un vicio dominante que tanto ofende su virginal pureza. Acaba el sermón con unas palabras puestas en labios de Santo Dominguito, suscitado por Dios «contra la pasión dominante de esta edad lú– brica y licenciosa». HAMBRE Vicente Palacio Atard 33 recuerda que «durante el corto espa9io de tres lustros las plagas del hambre se abatieron, sobre nuestra patria por lo menos en estas ocasiones: en 1789, el año del hai;:n– bre por antonomasia ; en 1798 ; y, sobre todo, en los calamitosos tiempos de 1803-1804)). En Aragón se dieron la mano el hambre y la epidemia. Desde Zaragoza el 16 de abril de 1804 (DDC) remiten al Arzobispo un memorial el capitán general Jorge Juan Guillelmi y otros, siete prohombres de la Audiencia. Le pintan el estado de la capital con pinceladas goyescas: «Excmo. Sr. : La multitud de pobres que de todas partes y, en especial, de los reinos de Castilla, han acudidv a esta ciudad, atraídos de la caridad que .encuentran en ella, ha 32 Sermón panegzrzco moral del glorioso infante Santo Dominguito de Val ..., Zaragoza, Miede,s, 1806, pág. XLVI ss. 33 Los españoles de la Ilustración,pá,g. 1293.

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