BCCCAP00000000000000000001010

OBISPO, CLERO Y PUEBLO DE ZARAGOZA (1803-180,8) 199 ciudad de Daroca. Y la novena no se publica. Se conserva el texto, con gozos (DDC). Dos años después, el 2 de marzo de 1805 (DDC) Juan José Catalán, autor del cuaderno titulado «Instrucción de un padré. a· su hijo en la sagrada muerte y pasión de Cristo)), pide licencia de impresión «en virtud de estar revisada ya por el Sr. Juez de Im– prenta y sus visores de la moral, que lo son el R. P. Basilio y el R. P. Antonino, de las Escuelas Pías)), es decir, el P. Boggiero y el P. Antonino del Dulcísimo Nombre de Jesús. La curia lo remite a la censura de las mismas Escuelas Pías y el 13 de marzo su Rector, Camilo de Santa Teresa, y Pedro de San Bernardo juzgan que será mejor que no se imprima : su lenguaje es defectuoso en mu– chas partes, no tiene de poema sino la mera versificación, abundan las noticias inciertas e inútiles. Fray Miguel, Obispo Amizonense, Gobernador, manda retenerlo en la secretaría de Cámara hasta nueva orden. El 27 de marzo de 1805 (DDC) el M. R. P. Fr. Cipriano Sanz, trinitario, suplica permiso para imprimir la «Vida del venerable padre presentado Fr. Pablo Aznar, trinitario calzado)). Los dos censores del convento de predicadores de Zaragoza nada hallan contra la fo, costumbres ni regalías, y lo recomiendan. Unicamente reparan en una friolera : supone el autor que las disciplinas toma– das por propia mano son del tiempo de San Pacomjo, en el siglo IV. Con varias autoridades alegadas concluyen los censores que no se usaron hasta el siglo X. Los mismos escolapios de antes, Camilo y Bernardo, el 21 de abril de 1805 (DDC) juzgan digno de la luz pública el poema com– puesto por Benito Iñiguez Heredia sobre la pasión de Jesucristo. El doctor Joaquín Otal, presidente del seminario real sacer– dotal de San Carlos, el 19 de abril de 1805 (DDC) aprueba el resumen de indulgencias trabajado por Fray José Feautieres.. El 13 de agosto de 1806 (DDC) el Auxiliar remite al vicario general de las Escuelas Pías, Gabriel de San Felipe, y a su rector, Camilo de Santa Teresa, un sermón de Nuestra Señora del Carmen. Lo aprueban con reservas en un punto, «aquellas seguridades tan absolutas que se dan a los que mueren con el escapulario, de que no se condenarán, porque Nuestra Señora les alcanzará infali– blemente auxilios eficaces para su conversión». Sigue una ohser-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz