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OBISPO, CLERO Y PUEBLO DE ZARAGOZA (1003-1808) '179 V. S. I., luego se cita con el enunciado sujeto, diciendo que, por estar con un rico, no se entienden con él las órdenes de V. L Todo es así y V. I. podrá informarse de la verdad de este particular. Zaragoza, 14 de julio de.1804)), En nota marginal se advierte que en 21 de julio comparec10 don Fausto Sáenz ante S. S. I. el Obispo auxiliar. Y el resUltaifo de la entrevista se trasluce del memorial adjunto del referido co– merciante, fechado el 25 de julio de 1804 (DDC). Expone qúé, «para la educación de sus hijos, hace cerca de qtthicé años' tiene en su compañía a don Fausto Sáenz de Munilla, presbítero de la villa de Maeztu, en el obispado de Calahorra)). El interesado está deseoso de obedecer las órdenes recibidas de ir a regentar la pa• rroquia de El Burgo, si bien su marcha sería un perjuicio para el comerciante que no tiene quien le supla a don Fausto en la educación de un niño de siete años,. especialmente recomendado por su difunta mujer a don Fausto minutos antes de expirar. A los dos días responden de la curia con el consabido «no ha lugarn. En alguna ocasión la denuncia debió de Uegar a Madrid o Reales Sitios. Esteban de la Gándara Gereda, secretario del Ar. zobispo, en carta dirigida al P. Santander desde Aranjuez el 21 de junio de 1806 (DD.C), añade una posdata : «Don Manuel Rubio no ha ido aún a su capellanía de Fuentes<;laras: que vaya», DEFECTOS En una omisión parece que incurrieron otros.·Desde Talaverá. de la Reina el 25 de diciembre de 1803 (DDC) se lé transmiten al Arzobispo listas de las faltas que se han advertido en los ·· estados de bautismos, matrimonios y eniierros de pueblos de la diócesis de Zaragoza. Por el tenor de la reclamación se echa de ver que los eclesiásticos con cura de almas debían · remitir esos informes o e&tadillos mensuales al secretario de despacho de Estado, Pedro Ce– ballos, De la retahíla de faltas que le pasan al Arzobispo, se saca que en los dos años anteriores muchísimos habían pasado por alto esas exigencias de lo que hoy llamaríamos registro civil. · Despreocupación parecida por la:s licencias advirtió el Visi– tador en algunos clérigos al principio de su ministerio y comunfo~

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