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LO FRANCISCANO EN EL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA 35 en la cocina y sale con un barreñón de barro. Se explaya con Dios en un soneto que termina así: Después que vuestro pan, mi Cristo, como, os sirvo en la cocina, y no me ciega la bajeza y desprecio de este trato, porque dice Francisco, el mayordomo, que quien en vuestra casa platos friega, con vos se sienta y come en vuestro plato (222a). La escena en que aparece Juana de tornera e imagina que su portería es el portal de Belén con la Virgen, el Niño y José, a algunos les recor– dará la leyenda de Greccio (226-227). Se sirve de «la cuerda de mi padre San Francisco» para hacer sose– gar a una niña espiritada (230-231). Alude Juana a la indulgencia de Asís (241b). Su Angel de la Guarda informa a Juana del porvenir de unas prodi– giosas cuentas de rosario: El santo Fray .Julián de tu Orden (que en herencia en Alcalá de Francisco será ejemplo de inocencia), y Fray Francisco de Torres, de quien este reino espera milagros y maravillas que sus vidas engrandezcan, estas cuentas soberanas han de estimar de manera que con su autoridad pongan freno a desbocadas lenguas (270a). Hallamos luego a Juana presa, a una reja (278-279). Decide entretener la pena y melancolía leyendo en el libro de la creación y, como le han prohibido predicar a las gentes, cual solía, «descúbrese un campo con aves y un río con peces, oyendo predicar a la santa»: Mi seráfico llagado predicaba muchas veces a las aves y los peces, cuando no estaba en poblado... A la hora de completas «aparécese con música San Antonio de Padua, con el Niño Jesús y el Angel de la Guarda, con una corona de flores».

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