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LO FRANCISCANO EN EL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA 31 La Santa Juana Quien lee las tres partes de La Santa Juana, comedia escrita entre el 20 de mayo de 1613 y el 24 de agosto de 1614 (3, 177-345) y representada con éxito resonante por aquellas fechas, se siente trasladado a un mundo abigarrado en que actúan las pasiones y preocupaciones humanas, nos ·' deleitan ciertas expansiones populares y nos sorprenden hechos extraños por los que se perecían muchos contemporáneos del dramaturgo. Dejando a un lado todo ello, en cuanto sea posible, nos limitaremos a espigar referencias franciscanas. La primera ocurre en un relato de la protagonista, Juana de la Cruz (1481-1534), hija de Juan Vázquez y natural de Azaña. Le pregunta un labrador qué principio tuvo la fiesta de la Cruz a que han acudido y cada año celebra la Sagra de Toledo. Y ella refiere (3, 196-198) el suceso e historia verdadera que solía contarle su madre. Trátase de Inés, una santa niña de Cubas que, mientras apacienta unos cerdos junto a una fuente y reza el rosario, goza de la presencia y conversación de la Virgen. La Virgen le ordena que ayune todo el año el .día de la semana en que caiga la Anunciación. Siguen los elementos corrientes en casos similares: exhortación amenazante a la penitencia, mandato de que en aquel lugar le labren una iglesia, etc. Al fin las apariciones son nueve. Hicieron una casa ciertas devotas duefias, pegada con la ermita, donde después se encierran; y de Francisco Santo el instituto y Regla siguieron, que su Orden quiso Hamar Tercera. Aquí la pastorcilla vino a ser abadesa... (198a) Pretenden casar a Juana y ella pide que la metan en un monastedo: En Santo Domingo el Real tengo una tía; la fama de este monasterio es tal que toda España le llama paraíso terrenal (200b).

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