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LO FRANCISCANO EN EL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA pida a Césaro y me ofenda tan soberbia que pretenda ser Princesa de Fabiriano? ¿Vos, cuyo padre en Montalto con vida tosca y grosera, de todo vive tan falto, y ella que una lavandera es de Fermo? ¿Vos tan alto que el grado de cardenal pretendáis desde el sayal, y ella llamarse princesa? (97-98) 19 La respuesta de Sixto rebosa humildad. No tiene suficiencia para se– mejante dignidad. No reniega de su pobre linaje. A Ascanio lo ve como río caudaloso en la mitad de su curso opulento; a sí propio, como arro– yuelo cerca de la fuente que le da vida. Por lo que hace a sus propias pretensiones, anda el otro equivocado: Yo no vengo a pretender, Ascanio, el ser cardenal, aunque lo pudiera ser. Soy Vicario General de mi Orden y, por ver la envidia, enojo y pasión que tiene mi Religión y los poderosos de ella, su injusta persecución me fuerza a que al Papa pida que del oficio me absuelva y, con otro estado y vida, o a mis principios me vuelva o del Orden me despida. Estos favores prevengo y a esto sólo a Roma vengo: ved qué modo de intentar cargo, si vengo a dejar, Ascanio, el cargo que tengo (98b) . También en favor de su hermana pronuncia palabras oportunas: Si Césaro tuvo amor a mi hermana y ella ha sido tan dichosa que al valor de su nobleza ha subido, con ser hija de un pastor,

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