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LO FRANCISCANO EN EL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA me pagará, vive el cielo, y que tengo que envialle a que ande de valle en valle guardando cabras (79b). 13 A continuación aparecen vendiendo lefia o esperando su paga, Camila y Sabina. Sabina describe a su· hermana sus relaciones con el escolar garrido y acaba manifestando que espera un hijo. Encuentro inmediato con Césaro que se siente venturoso con la noticia del fruto esperado (80-82). Vanse las hermanas camino del pueblo y aparece el Príncipe de Fa– briano, feliz con las mercedes que debe a Su Santidad la casa Ursina. Insta a su hijo Césaro a dar gracias al cielo: es cardenal de Roma, Pío V (1566-1572) le ha dado la púrpura. En un aparte Césaro piensa en Sabina y por ella renuncia al capelo. No puede ser cardenal: está casado. Enorme enojo del Príncipe que ordena pongan preso al hijo en el castillo de Fa– briano. Por Decio, el criado de Césaro, se entera el padre de lo ocurrido: Césaro habrá tres años que, perdido por una serraneja de Montalto, le dio palabra y mano de marido. Tan pobre es que su hermana es lavandera de los frailes franciscos que aquí habitan, y Césaro la adora de manera que, sin mirar que es hija de un villano, el más humilde y pobre de esta sierra, la jura hacer princesa de Fabriano (83-85). No perdamos de vista la acción paralela, pues, como más adelante veremos, no nos aparta de Fray Félix ni de Sixto V. El Príncipe, encole– rizado, decide frustrar la esperanza de su hijo arrasando el pueblo: No ha de quedar en todo el vil Montalto casa pajiza, encina, piedra o roble que el fuego y mi venganza no dé asalto. Yo en persona he de hacer esta venganza. ¿De una villana Césaro marido? Cambio de escena. De camino aparecen Marcelo, enviado de Venecia, agradecida, con una tiara de oro y piedras para el papa Pío V, y Ascanio Colona, a quien su tío acababa de impetrar un capelo del Papa. Coinciden con Sixto, también camino de Roma, perseguido por la envidia:
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