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HUELLAS DE S. FRANCISCO EN LA LITERATURA 487 Anselmo hasta con las bestias, escribe: «Del gran patriarca San Francisco refiere cosas admirables a este propósito el seráfico doctor San Buena– ventura, como el redimir a los corderos que conducían a la muerte, soltar los peces cogidos en la red y los pájaros encarcelados en las jaulas». Comentando una comedia de Lope de Vega, San Diego de Alcalá, Menéndez y Pelayo 33 repara en «aquel monólogo en que el pobre ermi– taño Diego pide perdón a las flores que está cortando para adornar su capilla y en aquel otro pasaje en que increpa al cazador que ~estruía los conejos. Este profundo respeto por la vida de los animales, por las plantas, por todas las obras del Creador, es la quinta esencia de la poé– tica caridad franciscana, y Lope ha sabido interpretarla con la profunda penetración que él tenia de todas las cosas ingenuas y populares». La actitud de San Francisco ante la creación es muy distinta de la de Justina en el momento de la tentación ante el ruiseñor, la vid y el gira– sol, tal como nos la pinta Calderón en El mágico prodigioso 34 • Jacinto Benavente 85 rememora «la misma amorosa letanía del sarito poeta de Asis, universal enamora.do ; el que a todas las criaturas saludaba con su canción de amor ardiente: hermano sol, hermana agua, hermanos pajarillos, hermano lobo ... ¡Todos hermanos!» Y más adelante la condesa Rinaldi recuerda haber entrado en un convento franciscano, «mientras predicaba un fraile pálido, de luengas barbas. ¡Qué sermón! ¡Cómo habla– ba del amor a las criaturas y del amor divino!... He vuelto a oírle todas las tardes. Es un San Francisco de Asís». En el mismo Benavente 116 cuenta o canta el Ruiseñor: «Así oí yo a San Francisco de Asís y al Santo de Padua, cuando nos predicaban a los pajarillos. De ellos aprendí yo el amor a todo lo creado». De entre las alusiones de Gabriela Mistral podemos escoger dos. En Desolación n y en su poema Mis libros, nos describe su encuentro con San Francisco tras la Biblia y Dante: as BAE 186, 10. 34 CCL 106 (1946) 199 s y p. LXIII s del prólogo. Para las relaciones de Calderón con San Fr-ancisco, véase ese mismo prólogo, pégs. XXII y XXIX-XXVII. ss La noche del sábado, «Obras completas», t. I, Madrid, 1945, págs. 1107 y 1177. a.o Aves y pájaros, t. VIII, Madrid, 1947, 127. s1 En «Los premios Nobel de Literatura», volumen VIII, Barcelona, 1960, p. 1534,

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