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486 ANSELMO DE LEGARDA La sección de estudiantes y soldados trae un cantar desgarrado: Si Málaga tiene un muelle, mi navaja tiene sinco; al que se llegue a arrimar, no le vale San Francisco. Ocurre también el nombre del santo en un juego de concatenación: Memoria, aquer que se acuerda cuerda, la de San Francisco; San Francisco no es Esteban, Esteban no es Martes Santo ... 28 • Tan familiar como al pueblo se les hacía a algunos escritores egregios. Miguel de Unamuno 29 ensoñaba: «¡Qué bien en una celda como las que en un tiempo formaron la colmena de la Granja de la Moreruela, medi– tando, o fantaseando estos consuelos de esperanza allá, en aquel siglo XIII, oliente a San Francisco!». Y con referencia a Santiago de Compostela: «Y desnudo y sencillo, como vivió el pobrecito de Asís, se alza también el templo de San Francisco». En su epistolario Angel Ganivet s(l estampa un elogio del seráfico: «Cuando se es cristiano, hay que serlo como San Francisco de Asís ... Comparados con Jesús o con Francisco, nuestros místicos son pedagogos de cuatro al cuarto, que ponen una gran idea al alcance de los niños». Por el resbaladizo camino de las comparaciones nos llevaba ·también Antonio de Torquemada 31 : «Responderos he yo que más estimo a San Francisco que al mejor fraile de la orden de Santo Domingo». Creación En el trato fraterno con las creaturas fueron muchos los que repararon. El P. Benito Feijoo 32 discute si es racional el afecto de compasión res– pecto de los irracionales y, después de exponer la benignidad ·de San 28 E. LAFUENTE ALCÁNTARA, Cancionero popular, Madrid, 1885, t. II, ofrecla ya VaTiOS de esos cantares y alguno distinto, págs. 21, 115, 122, 129, 384 y 438. 29 Andanzas y visiones españolas, Madrid, 1929, págs. 14 y 66. 20 Obras completas, t. II, Madrid, Aguilar, 1943, p. 1026. a·1 Coloquios satíricos, NBAE, t. 7, Madrid, 1907, p. 545. s2 Cartas eruditas, CCL 85 (1928) 135.
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