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HUELLAS DE S. FRANCISCO EN LA LITERATURA Y aquel humano, serafín ardiente, archivo santo del amor divino, de Dios llagado imagen excelente, de Dios pobre dibujo peregrino... Juan de Jáuregui 1163 llamaba a San Bernardo anticipado trasunto del seráfico Francisco, pues Dios mide con tus brazos los suyos en sangre tintos. 5.19 Cervantes 164 dedica un soneto a las llagas, y su envidioso rival, Alonso Fernández de Avellaneda 116 ' 5 hace decir a Sancho: «Señor don Quixote, por todas quantas llagas tuvieron Job, el señor San Lázaro, el Señor San Francisco y, lo que es más, Nuestro Señor Jesucristo» ... 1J" 6 • No debe quedar en el olvido el soneto de Francisco de Aldana «Al Monte de Albernia», que comienza así ,'17; Dichoso monte en cuya altiva frente de pinos y altas hayas coronado... En la altisonante canción dedicada a la impresión de las llagas de San Francisco por Lupercio Leonardo de Argensola 11 l' 8 , llega a llamar al santo «Redentor segundo». Calderón de la Barca 1 '"" recuerda a Francisco «rasgado el pecho, las manos y los pies» y con «la Sangre de Dios por premio». Tirso de Molina enarbola una y otra vez el pendón sagrado m. 11113 BAE 42, 129. rn4 BAE 35, 46. 1'6,5 En su Don Quixote, cap. III, CCL (1972) 77. 1•ss Otro aragonés, Baltasar GRACIÁN, Arte y agudeza de ingenio, 54, Obras completas, Madrid, Aguilar, 1944, 251, alega un ejemplo oratorio sobre San Francisco. Y el mismo, en El comulgatorio, 48, ib., p. 914, empareja también a San Bernardo y a San Francisco con sus llagas. A las referencias de Jerónimo GRACIÁN a las llagas, arriba apuntadas, podemos añadir la de sus Obras, t. 11, p. 427. A San Francisco le pintan con las llagas; a San Lorenzo con las parrillas, según QUEVEDO, BAE 23, 228. JM CCL 143 (1966) 30. rna Rimas, CCL 173 (1972) 135-139. m~ Autos sacramentales, ed. Pando, Madrid, 1717, t. II, «El año santo en Madrid», págs. 219 y 241. 110 En El condenado por desconfiado, BAE 5, 194, ve las llagas de Francisco como honrosa empresa, como excelente blasón; en Doña Beatriz de Silva, BAE 238, 44, el hijo de la Virgen imprime las llagas en su Alférez, que imita a Dios en vida y en armas, p. 54; en La santa Juana, BAE, 237, 217, Francisco es el rey de armas de la casa de Cristo; las cinco llagas guarnecieron con rubíes el sayal, p. 219; insignias santas que el serafín le dio por joyas preciadas, 288; alférez de Dios humano, dosel donde están sus armas, 289.
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