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500 ANSELMO DE ·LEGARDA Y en un sQneto 111 vuelve a decir Lope: De penitencia espejo, que en el suelo la propia carne tuvo tan rendida que, admirando al. demonio, fue vencida entre la nieve y el rigor del hielo. Alonso de Ledesma "" toma pie de aquello para una exhortación: Juventud gallarda y bella, si quieres templar tus brios atraviesa .por la nieve imitando a San Francisco. Lobo Aquello de San Francisco y el lobo inspiró a pintores y escultores y dio pie a páginas líterarias de distinto valor. Entre las más valiosas he– mos de contar las de Rubén Daría tituladas Los motivos del lobo""· Ei poema comienza así: El varón que tiene corazón de lis, alma de querube, lengua celestial, el mínimo y dulce Francisco de Asís, está con un rudo y torvo animal, bestia temerosa, de sangre y de robo, las fauces de furia, los ojos de mal: el lobo de Gubbia, el terrible lobo. A Rubén Darío cuentan entre los mayores líricos y este poema fran– ciscano pasa por una de sus obras más logradas. El poeta no se ha limi– tado a versificar el relato tradicional. Lo ha enaltecido con elementos nuevos. El lobo que antes se cerna a movimientos expresivos de su cuerpo o a poner su pata delantera sobre la mano de Francisco en señal de juramento, ahora rompe a hablar cuando se ve a solas con el santo. Al saludo; «paz, hermano lobo», contesta la fiera con un «está bien, hermano Francisco». El santo le echa en cara la sangre que vierte, su vida de horror y de muerte, el dolor de tanta criatura de Nuestro Señor. 91 BAE 35, 46. 9:2 fuegos ..., fol. 68 v.º. 93 Obras poéticas completas, Madrid, Aguilar, 1937, págs. 833-837.

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