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HUELLAS DE S. FRANCISCO EN LA LITERATURA 495 Donde cobra extraordinario relieve el hábito de San Francisco es en el Diálogo de Mercurio y Car6n, de Alfonso de Valdés 71 • Habla el alma de uno que más de treinta años ha sido de los principales del consejo de un rey: «Traía siempre un hábito de la Merced; al tiempo de mi muerte tomé una candela en la mano de las del papa Adriano; enterréme en há– bito de Sant Francisco, allende de infinitas mandas pías que dejé». Más adelante insta el alma: «Y ¿el hábito de Sant Francisco en que. me mandé enterrar?» A lo que replica Mercurio: «Ven acá: ¿conoscerfas tú una raposa en hábito de ermitaño? Y ¿piensas que Dios no conosce un ruin, aunque venga en hábito de bueno? Si tú vivieras como Sant Francisco, aunque no murieras en su hábito, te diera Dios el premio que dio a Sant Francisco; mas viviendo tú contrario a la vida de Sant Francisco, porque al tiempo de tu muerte te vistieses su hábito, ¿pensabas salvarte con Sant Francisco? Gentil necedad era la tuya». El alma alega todavía el dicho corriente: «Pues dicen que ninguno puede ir al infierno con el hábito de Sant Francisco». Y Mercurio le ataja: «Dicen la verdad, que el hábito allá en la sepultura se queda; mas por eso el ánima no deja de venirse al infierno». En el mismo diálogo, más adelante 12 es el alma de un casado la que relata los últimos instantes de su vida: «Preguntáronme si quería morir en el hábito de Sant Francisco, y dfjeles yo: Hermanos, ya sabéis cuánto me guardé siempre de engañar a ninguno. ¿Para qué queréis que me ponga ahora en engañar a Dios? Si he vivido como Sant Francisco, por muy cierto tengo que Jesucristo me dará el cielo corno a Sant Francisco; y, si mi vida no ha sido semejante a la suya, ¿qué me aprovechará dejar acá este cuerpo con hábito semejante al suyo?». Previamente el alma del casado, a la pregunta de Carón, si había deseado alguna vez morirse, contestaba: «Siempre estaba aparejado para recibir la muerte cuando Dios fuese servido de llamarme, pero sola una vez la deseé viendo morir a un fraile de Sant Francisco con tanta alegría y contentamiento que me tomó gana de irme tras él». A Dios no se le podía engañar con el hábito de San Francisco, pero a los hombres sí, empleándolo como disfraz. Juan de Castellanos 73 nos pinta a un gandul con hábito de fraile: n CCL 96 (1929) 42 y 49. 12 Páginas 155 y 159. 73 Elegías ..., XIII, 2, BAE 4, 146.
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