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488 ANSELMO DE. LEGARDA Y para refrescar en musgos con rocío la boca requemada en las llamas dantescas, busqué las Florecillas de ·Asís, las siempre frescas, ¡y en esas felpas dulces· se quedó el pecho mío! Yo vi a Francisco, a Aquel fino como las rosas, pasar por su campiña más leve que un aliento, besando el lirio abierto ·y el pecho purulento, por besar al Señor que duerme entre las cosas. La misma, en Talaªª, en su poema Nocturno de la derrota, se nos muestra orante: Yo no he sido tu Santo Francisco con su cuerpo en un arco de amén, sostenido entre el cielo y la tierra cual la cresta del amanecer, escalera de limo por donde ciervo y tórtola oíste otra vez. Si de la ;mano de la terciaria franciscana de Chile pasáramos a Méjico, toparíamos con Amado Nervo 39 • En este aspecto de San Francisco había reparado ya siglos antes Mon– tesino. Para hacer sus coplas 40 invocaba al Verbo de real clemencia: as Ibíd., p. 1693. 39 En la larga serie de volúmenes en que la Biblioteca Nueva de Madrid recogió las «Obras Completas» del mejicano, pululan las referencias al santo de Asís. Frescor franciscano se exhala de «La hermana agua», t. 2, p. 211 ss.- San Francisco se anti– cipó llamando hermanos a los animales, t. 10, p. 71.- En el t. 15, p. 98 canta: Con el farol de tu filosofía no hallarás nunca a Dios, ¡oh mente esclava!, sino con el amor: Quien más le amaba -San Francisco de Asís- más le veía. En San Francisco se hermanan caridad y cortesía, t. 17, p. 38. -Francisco quiere abrasar a la naturaleza entera en el fuego de su caridad, t. 19, p. 71. -Pues ¿no dijo San Francisco que deberíamos tener todos la cortesía de nuestro hermano el Sol, que calienta a los buenos y a los malos? t. 21, p. 57. -De San Francisco hablaba una vez con Salvador Rueda, t. 21, p. 86. -La humildad hace al seráfico Francisco de Asís escribir por vez primera en idioma italiano para que el pueblo comprenda su fragante himno de las bienaventuranzas por el hermano Sol, por la hermana agua, por los her– manos pájaros y por nuestra hermana la muerte, t. 22, p. 60. -La alegría en la pro– ducción, esa serena alegría de Marco Aurelio y de San Francisco, t. 22, p. 61. -Si en este globículo de la tierra, desde el primer grumo protoplasmático o «Bathybius» de Haeckel, hasta un Newton, un Víctor Hugo o un San Francisco de Asís, hay una cadena intermedia .tal de maravillas..., t. 24, p. 160. -El artista de verdad depe estar resuelto, si no tiene medios propios de vida, a desposarse con la pobreza, como San Francisco de Asís, y a amarla con toda su alma, t. 26, p. 68.. -No podemos imaginar una gran alma: Platón, San Francisco de Asfs, Pascal o el divino Jesús, sin unos ojos grandes, t. 27, p. 204. 40 BAE 35,, 430-432.

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