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LOS EXCLAUSTRADOS ARAGONESES DE 1809 13 su naturaleza fue un error cruel cuando el religioso no ·tenía ya padres ni parientes en el pueblo de su destino y se le vedaba el traslado, como en el caso recién citado del capuchino Francisco Mercada!. Hubo además otras circunstancias que contribuyeron a agravar la situación de muchos, tal vez de la mayoría de los ex-. claustrados. Ya sabemos que la economía nacional llevaba varios años desdichados antes de la invasión francesa. En lo~ primeros años del siglo la carestía y las epidemias se habían cebado en Ara– gón y habían alcanzado a los religiosos y á sus familias, que por lo regular distarían de ser las más acaudaladas d~ los pueblos. Agreguemos los trastornos consiguientes a quince meses de guerra. Calamidades vivas y presentes al tiempo de la extinción. No hable– mos del :futuro y fatal 1811 con su ruin cosecha aquí y en toda Europa. Y si el cuadro no resulta todavía lamentable, esbócense en él las figuras de muchos religiosos ancianos, achacosos o en– fermos. ESTRECHECES Los exclaustrados no se recataban de exponer al Obispo auxi– liar su pobreza, su miseria, por si él podía socorrerles. Parte de los socorros quedan insinuados en el párrafo antes citado, en el que el P. Santand•er, desde el exilio, recordaba su intervención. Se conservan (DDC) en buen número instancias elevadas a la curia en 1811 y 1812. Los suplicantes por lo regular reciben licencias de confesar y predicar para remediar su extrema necesidad. El Auxiliar va atendiendo a un franciscano sin padres, hermanos ni parientes; a un escolapio recomendado por su hermano, el cura de Perdiguera; a un carmelita, a petición del rector y ayuntamien– to de Fórnoles; a otro franciscano que tiene que atender a su madre viuda y anciana; a un franciscano que tiene que susten– tarse y alimentar juntamente a su madre y a una hermana bal– dada; a un agustino acogido por una hermana pobre en Alloza; a un capuchino de Villanueva de J iloca, expuesto a mendigar de puerta en puerta, y· a otros muchos. El prior curado de Remoli– nos expone que tiene en su casa a un religioso capuchino, a quien mantiene de limosna, por ser hijo de padres muy pobres, y con lo

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